“Nadie puede ser esclavo
de su identidad; cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar.”
Gould, Elliot (actor
estadounidense, 1938)
Es fascinante el vídeo que Amy Cuddy grabó para TED y que os acompaño. Son 21 minutos que pasan volando y que te hacen reflexionar sobre nuestras posturas y nuestra actitud.
Amy Cuddy es una
psicóloga americana conocida por su investigación sobre los estereotipos y la
discriminación, las emociones, la energía, el comportamiento no verbal, y los
efectos de los estímulos sociales en los niveles hormonales.
En la actualidad es profesora asociada de Negociación en Administración de Empresas, Organizaciones, y Unidades de Mercado en “Harvard Business School”.
Amy ha realizado una investigación estudiando el origen y los resultados de cómo la gente juzga y se influyen mutuamente. Junto con SusanFiske y Peter Glick (Universidad de Lawrence), han desarrollado el “Modelo de contenido del estereotipo” (Stereotype Content Model [SCM]) y los “el Mapa de los Comportamientos que afectan desde el intergrupo y los estereotipos” (Behaviors from Intergroup Affect and Stereotypes [BIAS] Map), que se centran en los juicios de otras personas y grupos, a lo largo de dos dimensiones principales de rasgos, el calor y la competencia, y cómo estas decisiones dan forma y motivan nuestras emociones sociales, intenciones y comportamientos.
También ha realizado
otra investigación con Dana Carney (UC-Berkeley), que se centra en cómo las
expresiones no verbales de poder (es decir, posturas abiertas amplias, que
ocupan espacio) afectan los sentimientos de las personas, los comportamientos y
los niveles de hormonas. En particular,
su investigación demuestra que “fingir” posturas corporales asociadas con el
dominio y el poder (posiciones de poder), incluso tan sólo por dos minutos,
aumenta la testosterona de las personas, disminuye su cortisol, aumenta su
apetito por el riesgo, y hace que se realicen mejor las entrevistas de
trabajo. En resumen, como David Brooks
resumió sus resultados: “Si actúas con fuerza, comenzarás a pensar con fuerza”.
El vídeo se refiere a
ésta última investigación. En él nos dice que podemos cambiar notablemente el
desarrollo de nuestra vida, simplemente haciendo un pequeño cambio de nuestra
postura. Se trata sólo de un cambio en
nuestro lenguaje corporal, pero es también la forma en que nos comunicamos, en
que interactuamos con los demás.
Emitimos juicios rápidos
basándonos en el lenguaje corporal, y sobre todo establecemos la “primera
impresión” sobre otras personas. Estos
juicios pueden predecir resultados vitales, como a quién contrataremos o
ascenderemos, o a quien invitaremos a salir.
Nalini Ambady,
investigadora de la Universidad de Tufts, dice que cuando la gente observa
vídeos mudos durante 30 segundos de interacciones reales entre médicos y
pacientes, sus juicios sobre la amabilidad del doctor pueden predecir si ese
médico va a ser demandado. No tiene
mucha relación con la competencia del médico, sino con el hecho de que nos
guste la persona y la manera en que interactúa.
Alex Todorov de
Princeton, ha mostrado que los juicios sobre la cara de los candidatos en sólo
un segundo, predice el 70% de los resultados electorales para el congreso o el
senado de los Estados Unidos.
Incluso en el ámbito
digital, los emoticones utilizados en negociaciones por Internet, pueden conducir
a mayores ganancias. En caso de que los
uses mal, peligro…
Si pensamos en lo no
verbal, hablamos de cómo juzgamos a los demás, de cómo nos juzgan los demás y
cuáles son los resultados. Tenemos la
tendencia, sin embargo, a ignorar al otro, que está influenciado también por lo
no verbal: nosotros mismos.
Estamos influenciados
por nuestras propias expresiones no verbales, pensamientos, sentimientos y por
nuestra fisiología. La dinámica del
poder se demuestra especialmente en las expresiones no verbales de poder y
dominio. Son aquellas en las que
enseñamos nuestro cuerpo ocupando espacio y nos abrimos, e incluso utilizando
nuestros brazos para expandir nuestro cuerpo.
Hacemos esto cuando nos sentimos poderosos, aunque sea de forma
temporal.
Jessica Tracy ha
estudiado estas expresiones mostrando que las personas videntes, igual que las
invidentes de nacimiento, levantan la cara y alzan los brazos en forma de “V” y
hacen esto cuando ganan en una competencia física aunque no les vean. Cuando nos sentimos impotentes hacemos
exactamente lo contrario, nos cerramos, nos envolvemos, nos hacemos pequeños,
no queremos tocarnos con el de al lado.
La pregunta es
¿simulando un comportamiento de poder, podríamos experimentar un comportamiento
que nos haga ser mas fuertes?, es decir ¿los gestos no verbales definen lo que
pensamos y sentimos sobre nosotros mismos?
La respuesta es que tenemos evidencias que así lo indican.
Por ejemplo, sonreímos
cuando nos sentimos felices, pero también cuando nos vemos forzados a sonreír
mordiendo una pluma entre los dientes.
Es algo bidireccional. También el
poder va en las dos direcciones. Cuando
te sientes poderoso es posible que adoptes una posición de poder, pero también,
si finges ser poderoso, es posible que te sientas poderoso.
Otra pregunta es, si
sabemos que la mente puede introducir cambios en el cuerpo, ¿es posible que
también el cuerpo haga cambiar la mente?
Nos referimos a pensamientos, sentimientos, y al tipo de cosas
fisiológicas que componen nuestros pensamientos y sentimientos. En este caso nos referimos a las hormonas.
¿En qué se parece el
cerebro de un poderoso al de alguien que no tiene poder? Los poderosos tienden a ser más positivos, a
tener más confianza, con más optimismo.
Piensan que pueden ganar a todo y a todos. Además, piensan de forma más abstracta. Son más arriesgados. Hay muchas diferencias entre ambos.
Los estudios de Amy
Cuddy se realizaron con personas a las que se les obligó a tener una postura
determinada. A un grupo una postura de
poder, y al otro la postura contraria.
Posteriormente se les dejó apostar y descubrieron que el grupo que asume
la posición de mucho poder son más arriesgados y apuestan en un 86% y el otro
grupo apuestan en un 60%.
Veamos que pasa con la
testosterona. En el grupo con postura de
poder se incrementa en un 20% y en el otro grupo disminuye en un 10%. Todo esto en 2 minutos. Y con el cortisol, los más poderosos
experimentan un 25% de disminución, mientras que los más débiles un aumento del
15%. Esos dos minutos producen estos
cambios hormonales que configuran el cerebro para hacerlo positivo, seguro,
cómodo, o bien sujeto al estrés y se sienten apagados.
Nuestra expresiones no
verbales pueden regir el cómo nos vemos a nosotros mismos. No solo a los demás, sino también a uno
mismo. También el cuerpo puede hacer
cambiar la mente.
A la vista de esto, ¿es
posible que una posición de poder de 2 minutos te cambie la vida de manera
significativa?, y ¿cómo se puede aplicar esto?
La idea es que lo que realmente importa es ¿dónde se desea llevar a cabo
la evaluación de situaciones socialmente exigentes?, ¿Dónde te analizan tus
amigos? Para algunos puede ser tener que
hablar en una reunión, o al presentar una propuesta de un negocio, o al dar una
charla ante público, o en una entrevista de trabajo.
El estudio lo realizaron
en el caso de la entrevista de trabajo.
Publicaron los resultados, y los medios se interesaron y dijeron: “Bien:
esto es lo que hay que hacer cuando vas a una entrevista, ¿correcto?” No se trata de hablarles a otras personas,
sino de hablar consigo mismo. ¿Qué haces
cuando vas a una entrevista de trabajo?
Estás sentado, mirando el móvil, repasando tus notas, releyendo, todo
encorvado, haciéndote pequeño. Cuando en
realidad deberías abrir tus brazos como el corredor que llega el primero a la
meta. Claro, esto lo deberías hacer en
el baño.
También crearon para
ello dos grupos, uno con posiciones de mucho poder y el otro de bajo
poder. Y se les sometió a una entrevista
de trabajo muy estresante, durante 5 minutos y lo graban todo. Los entrevistadores estaban entrenados en no
dar ninguna retroalimentación no verbal.
Marianne LaFrance llama a esto “pararse sobre arena movediza”, y esto
dispara el cortisol.
Posteriormente revisan
las cintas 4 analistas, quienes no conocen ni la hipótesis ni las condiciones,
ni saben que posiciones han tomado las personas, y cuando acaban de ver las
cintas deciden a quien quieren contratar y a quien no. Y coincide que contratan a las personas de
alto poder, y no contratan a las de bajo poder.
Les damos una evaluación
mucho más positiva, en general. Pero,
¿qué los motiva? No se trata del
contenido del discurso, se trata de “la presencia” con la que van a la
entrevista: confianza, entusiasmo,
pasión, autenticidad, comodidad, y cautivador.
Los calificamos en todas las variables relacionadas con la competencia,
como, ¿que tan estructurado es su discurso?, ¿qué tan bueno es?, ¿cuáles son
sus condiciones para el cargo? No hay
ningún efecto en esto, esto no le afecta.
Cada uno trae su verdadera personalidad.
Lo que traen es lo que son. Traen
sus ideas, representadas por sí mismos, sin nada que le sobre. Así que esto es lo que produce o media el
efecto.
Cuando digo que el
cuerpo puede afectar a la mente, que la mente puede afectar al comportamiento,
y que el comportamiento puede alterar los resultados, me dicen: “No me
gusta. No parece auténtico.” Les contesto, finge hasta hacerlo. Yo no, yo no soy éste. No quiero llegar y sentirme como si fuera un
fraude, como un impostor, no quiero llegar y sentirme en un lugar
equivocado. Eso para mí es muy importante.
No hay que fingir solo
hasta lograrlo, sino hasta que te transformes.
Fínjanlo hasta serlo. Pues
cambiarán. Para ello hay que hacerlo
suficientemente hasta transformarse e interiorizarlo.
Para esta transformación
necesitan sus cuerpos, privacidad y dos minutos, y pueden cambiar completamente
su vida.
Hay personas que
realizan estas expresiones de poder, pero también hay otras que parece que se
vayan encogiendo o disminuyendo, como signo de sumisión a ese poder.