lunes, 2 de abril de 2012

Hablar en Público: La modestia.

“No seas tan humilde, no eres tan grande.”
         Golda Meir (1898-1978) política, diplomática, y cuarta Primera Ministra de Israel.”



El pasado 26 de febrero se celebró la ceremonia de entrega de los Oscar2012.  Para aquellos que como yo son amantes del séptimo arte fue un día interesante, en el que destacaron “The Artist” y “La invención de Hugo”, llevándose ambas películas cinco estatuillas cada una.  No obstante, para mí la gran ganadora fue Meryl Streep por su fantástica interpretación en “La Dama de Hierro”.

En esta ocasión, acompaño el discurso de Meryl, y quiero aprovechar la ocasión para destacar la utilización de “la humildad” en los discursos.  Meryl subió al estrado, y con esos gestos habituales en sus interpretaciones de tocarse la cara y quitarse las gafas, dijo lo siguiente: “Puedo oír a América diciendo: Oh, no.  Ella.  Otra vez.”

Estas palabras le han proporcionado unas interminables críticas sobre su falsa humildad, y que en Estados Unidos lo comienzan a llamar “humblebrag”, que viene de la unión de “humble” (humilde, en inglés) y “brag” (presumir, inglés).  Le achacan en esa falta de humildad o falsa de modestia, que se quite importancia, cuando en realidad está haciendo todo lo contrario, y nos estaría recordando que tiene más nominaciones y estatuillas que cualquier otro actor vivo.

¿Debemos ser humildes y modestos?, o por el contrario, ¿debemos confirmar nuestros logros para que los demás los conozcan?

Difícil cuestión, que a lo largo de la historia ha tenido partidarios y detractores.  Por ejemplo:
  • A favor nos encontramos a Quinto Horacio Flaco, que dijo: “Los ríos más profundos son siempre los más silenciosos.”.  La Bruyère, que dijo: “La modestia es al mérito lo que las sombras a la figura de un cuadro: le da vigor y relieve.”. 
  • En contra nos encontramos a Shopenhauer, que dijo: “La modestia es una virtud inventada principalmente para el uso de los pícaros.”.  Jean Petit Senn, que dijo: “Si la hipocresía muriera, la modestia debería ponerse, por lo menos, de medio luto.”. 
Quizá el filósofo que mejor refleja cómo se debe utilizar la humildad es Baltasar Gracián, que en su obra “El Oráculo manual o el Arte de laPrudencia”, nos dice:

117. Nunca hablar de sí. O se ha de alabar, que es desvanecimiento, o se ha de vituperar, que es poquedad; y, siendo culpa de cordura en el que dize, es pena de los que oyen. Si esto se ha de evitar en la familiaridad, mucho más en puestos sublimes, donde se habla en común, y passa ya por necedad qualquier apariencia della. El mismo inconveniente de cordura tiene el hablar de los presentes por el peligro de dar en uno de dos escollos: de lisonja, o vituperio.”

Recuerdo que cuando estaba realizando el Máster de Recursos Humanos por la Empresa-Universidad de Zaragoza, a principios de los noventa, teníamos como profesores a algunos de los directivos de Recursos Humanos de General Motors en Zaragoza.  Uno de estos profesores era Joaquín Paricio Argüelles, quien en una de sus clases nos explicaba la importancia de no utilizar el “yo” constantemente, tan importante era para la compañía, que trasladó a varios de sus directivos a Alemania, durante una semana, para formarse en comunicación, y sobre todo para eliminar el “yo” de sus discursos.

Mi consejo sería que hemos de evitar hablar de nosotros y retirar la palabra “yo” de nuestros discursos, pues hace que parezcamos unos engreídos que solo sabemos hablar de lo nuestro, y si ha de hablarse de nosotros, que sean terceras personas quienes lo hagan.  Y si de todas formas, es necesaria la referencia a nosotros mismos, que sea con modestia y con una humildad verdadera.

2 comentarios:

  1. Efectivamente, cuando vi por primera vez el discurso de Meryl pensé, ¡Caray qué patinazo!. La modestia es un arma de doble filo y como tal estoy de acuerdo en que hay que saber controlarla muy bien, tanto en un discurso público como en una conversación privada con alguien que todavía no te conoce y no se ha formado una opinión sobre tí. Si hablas de ti, te das importancia o te sobrevaloras puedes parecer engreído o pedante. Pero si por el contrario, te pseudoanulas o te infravaloras puedes parecer una persona insegura o un Don Nadie. Como en todo, el término medio es perfecto.

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Es exactamente como tu lo indicas. Muchas veces no nos damos cuenta, pero al hablar de nosotros estamos dando una imagen negativa, y hay que cuidar también este aspecto. Meryl no lo cuidó, y han llenado páginas de revistas y periódicos en EEUU, hablando sobre su falsa modestia. Particularmente, creo que hay personas que se pueden permitir el lujo de no ser modestos, porque su reconocido prestigio les avala, y para mí Meryl es una de ellas.

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