VirginiaWoolf (novelista, ensayista, escritora de cartas, editora, feminista y escritora de cuentos británica, 1882-1941).
“El ritmo es lo que hace a la poesía persuasiva y no informativa.”
José Hierro (poeta español, perteneciente a la primera generación de la postguerra, 1922-2002).
En mi primera entrada en el blog hablando del ritmo, en Abril, introducía
una seria de pautas gramaticales para darle al discurso un ritmo mas lento o
más rápido, pero independientemente de los recursos estilísticos que empleemos,
la realidad es que el ritmo de nuestro discurso será el que le demos nosotros.
Todas las obras tienen ritmo propio, bien sea obras escritas,
musicales, teatrales, etc. Cuentan
historias que poseen un ritmo determinado, pero quien cuente esas historias va
a tener la facultad de imprimirle otro ritmo.
En nuestro caso el factor fundamental será nuestro público, según
queramos conmoverle más o menos, y en función de su capacidad de recepción, de
su entrega a lo que le estemos contando.
Como es un poco complicado, hoy os traigo dos ejemplos musicales. Ambas obras cuentan con un ritmo diferente, pero las dos nos cuentan historias extraordinarias que nos conmueven y con dos finales en cuanto al ritmo totalmente diferentes.
Vide cor Meum (del latín, Mira
mi corazón).- Es un aria breve
compuesta por el músico irlandés Patrick Cassidy, producida por su autor junto
con Hans Zimmer. La composición apareció
por primera vez en la película “Hannibal” en 2001 de Ridley Scott, y este mismo
director la vuelve a utilizar en “El reino de los cielos” en 2005. Aunque no es la banda original de la película
“Ciudad de los Ángeles” de 1998, os la acompaño al inicio de la entrada del blog, como ejemplo de sintonia entre la historia y su ritmo.
Esta canción se basa en parte del capítulo III de la Vita Nuova de
Dante Alighieri. Dante se enamoró de su
musa, Beatriz, a los nueve años. Nueve
años mas tarde se reencuentra con ella y resurge el amor, aunque lo mantiene oculto
para no comprometerla, e incluso corteja a otra dama para no revelarlo. Esta parte de la canción cuenta un sueño de
Dante, premonitorio de la muerte de Beatriz, en el que tiene una visión donde
ella, en los brazos de Dante, devora su corazón, que está ardiendo, mientras
las lágrimas la envuelven. De ahí el
título “Mira mi corazón”.
El ritmo es muy pausado, comienza muy suave y va incrementando poco a
poco, con altibajos, como queriendo mantener el clima, la tensión, y el
drama. En algunos momentos, cuando parece
que va a gritar, reprime su dolor. Nos
envuelve y nos conmueve, hace que sintamos la historia, y su final es sostenido
en el mismo tono, queriendo que sintamos su dolor.
Nessun Dorma (del italiano, Nadie
duerma).- Es un aria del acto final
de la Ópera Turandot, de Puccini.
Ambientada en la China milenaria, cuenta en tres actos la historia de
una cruel princesa, Turandot, que en venganza a una antepasada mancillada,
decapita a sus pretendientes si no le responden a tres adivinanzas.
El príncipe Calaf se postula como pretendiente y le responde a los tres
enigmas (primer acto) desafiándola a que sea ella la que averigüe su nombre, y
de no hacerlo se tendrá que casar con él (segundo acto). En el tercer y último acto, Turandot ordena
que nadie duerma en Pekín hasta que se sepa el nombre del atrevido
pretendiente. Calaf indica su certeza en
que los esfuerzos de Turandot por averiguar su nombre, serán en vano, y al alba
vencerá y la princesa será suya.
Como curiosidad, esta obra fue estrenada en La Scala en 1926, e
interpretada por la soprano Rosa Raisa y mi paisano el tenor aragonés MiguelFleta.
Os acompaño la letra:
El príncipe desconocido
¡Que nadie duerma! ¡Que nadie duerma!
¡También tú, oh Princesa,
en tu fría habitación
miras las estrellas
que tiemblan de amor y de esperanza...!
¡Mas mi misterio está encerrado en mí!,
¡Mi nombre nadie lo sabrá! No, no
Sobre tu boca lo diré
(Puccini: Sólo cuando la luz brille)
Cuando la luz brille
(Puccini: ¡No, no, sobre tu boca lo diré!)
¡Y mi beso fulminará el silencio
que te hace mía!
Voces de mujeres
Su nombre nadie sabrá...
¡Y nosotras, ay, deberemos, morir, morir!
El príncipe desconocido
¡Disípate, oh noche! ¡Ocúltense, estrellas! ¡Ocúltense, estrellas!
¡Al alba venceré!
¡venceré! ¡venceré!
El ritmo es muy pausado, ajustándose a la historia que va
contando. Comienza muy suave y va
incrementando poco a poco, con altibajos que coinciden con el final de cada
acto. Entre actos maneja muy bien los
silencios y prepara al público para el siguiente. El último acto coincide con la apoteosis
final que nos hace estremecer.
Los ritmos son completamente diferentes, y nos pueden ayudar a comprender
que nuestro mensaje tiene, como estas obras, un ritmo en si mismo, pero que
también hemos de tener en cuenta el contexto, el público, y otras circunstancias
que nos lleven a cambiar el ritmo y adecuarlo a la situación para conseguir nuestro objetivo.
Recuerde la cita del comienzo, de José Hierro: “El ritmo
es lo que hace a la poesía persuasiva y no informativa.” Así que adecuemos el ritmo a lo que queramos
conseguir.