AlejandroCasona (maestro, dramaturgo y poeta español perteneciente a la generación del 27, 1903-1965).
Enriquece a quienes la reciben
sin empobrecer a quienes la dan.
No dura más que un instante,
pero su recuerdo es a veces eterno.
Nadie es demasiado rico para prescindir de ella,
nadie es demasiado pobre para no merecerla.
Da felicidad en el hogar, apoyo en el trabajo,
es el símbolo de la amistad.
Una sonrisa da reposo al cansado,
ánimo a los más deprimidos.
No puede ni comprarse, ni prestarse, ni robarse,
pues es una cosa que no tiene valor
hasta el momento en que se da.
Y si alguna vez te tropiezas con alguien
que no sabe dar una sonrisa,
se generoso, dale la suya.
Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa
como el que no puede dársela a los demás.”
He de reconocer que ni soy gracioso y tampoco caigo en gracia. Pero lo compenso siendo yo mismo, con amabilidad y procurando regalar una sonrisa.
Hay que saber diferenciar entre la gracia y la simpatía. La gracia es un don complejo que pocos tienen y que no depende de nuestra voluntad. En cambio, la simpatía sí que depende de nosotros. Así que, debemos ser simpáticos.
Cuando hablemos en público, salvo que la ocasión no lo requiera,
deberemos obsequiar una generosa sonrisa.
La ocasión no lo requerirá, dependiendo del contexto, de nuestro
público, de lo que estemos hablando, etc.
En una empresa en la que trabajaba de Gerente de Recursos Humanos, tuve
que asistir al funeral de un administrativo de una de las fábricas. Era una persona de edad, casi a punto de
jubilarse, y una institución en la misma, pues llevaba toda su vida trabajando
en esa fábrica. Quise demostrarle mi
reconocimiento, asistiendo al velatorio y a la misa. Y cuando me acerqué a darle el pésame, sin
querer y fruto del nerviosismo, dibujé una sonrisa en mi cara. Inmediatamente vi en la expresión de su
rostro, su perplejidad. Días después fui de
nuevo a verle para charlar con él, y aprovechar la ocasión para explicarle que
esa sonrisa fue fruto del nerviosismo, y pedirle disculpas.
Les acompaño el célebre discurso de la película “Bienvenido MísterMarshall”, del gran maestro Luis García Berlanga, en la que los grandes actores
Pepe Isbert y Manolo Morán nos siguen deleitando con esta joya de nuestro cine,
y que hoy sigue estando plenamente vigente.
Pepe Isbert era un actor que caía en gracia y aunque no vocalizaba bien,
era indiscutiblemente uno de los actores mas reconocidos de su tiempo. Manolo Morán era un actor gracioso y que se
especializó en personajes cómicos y de raigambre popular y castiza.
Este discurso nos demuestra que con escasez de medios se pueden
alcanzar resultados eficaces.
Además de ser simpático, ha de
ser amable. Esté pendiente de los
demás, y deje de preocuparse únicamente por usted.
El Dr. D. Juan Antonio Vallejo-Nájera
lo definía de la siguiente forma: “La simpatía presupone capacidad de
sintonización afectiva –contagiarse del estado de ánimo de los demás-, y poder
de irradiación afectiva –teñir a los otros de nuestros propios sentimientos-.”.
Hay personas que les cuesta más conseguir ser simpáticos, pues su
carácter no lo es. Pero pueden
modificarlo pues es una cuestión que depende de su voluntad, y cuesta el mismo
trabajo ser simpático que antipático.
Hay dos cosas que no nos perdonará nuestro público: la antipatía y el
aburrimiento. De nada le servirá
esforzarse en tener una mejor imagen, vistiendo bien, adelgazando, tomando el
sol, si al final resulta antipático.
Pues sea amable siempre y sonría, por favor.
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