“Quien de verdad sabe de qué
habla, no encuentra razones para levantar la voz.”
Leonardo Da Vinci
(pintor, arquitecto, inventor, botánico, escritor, poeta, científico, músico,
etc., italiano, 1452-1519).
“Nada revela tan fiablemente
el carácter de una persona como su voz.”
Benjamín Disraeli
(político y escritor británico, 1804-1881).
Entonces, si queremos dominar las técnicas
de comunicación oral, no deberemos conformarnos con utilizar las palabras
apropiadas, sino que deberemos convertirlas en recursos con un alto grado
comunicativo. Recuerde que será la voz,
y no la palabra, lo que quede en su público.
Cuando hablamos en público, nuestro mensaje
lo emitimos mediante la palabra con el uso de la voz. Y dado que la voz es básicamente sonido, sus
cualidades serán las mismas para ambos: la
intensidad, el tono, el timbre y la duración.
Como recordará, el profesor AlbertMehrabian descubrió que el impacto del mensaje verbal (palabras) se corresponde
con el 7%, el 38% es vocal (el tono de la voz, las pausas, los matices y otros
sonidos) y el 55% restante se corresponde con la comunicación no verbal. Por lo tanto, nos estamos refiriendo al 38%
de nuestra comunicación, lo cual supone una parte muy importante de nuestro
mensaje, y deberemos cuidarla.
Veamos a continuación, y una a una, que son
y que suponen estas cualidades de la voz:
1.-
La intensidad. Los sonidos son
fuertes o débiles según sea la intensidad.
En nuestro discurso la intensidad deberá ir en función de diferentes
aspectos, como nuestro estado de ánimo, la situación del momento, o la
importancia que queramos destacar en lo que estamos diciendo.
La diferente intensidad ayudará a nuestro
público a diferenciar lo importante de nuestro mensaje, y trasladará la carga
emocional. Además, servirá para evitar
la monotonía consiguiendo captar el interés en aquello que deseemos.
2.-
Tono. El tono se refiere a la
gravedad o la agudeza, que son frecuencias elevadas o reducidas del
sonido. Por lo general el oído humano
percibe como más agradables los tonos graves que los agudos, por lo que aquel
orador que tenga un tono muy agudo debería probar a hablar en un tono más
grave.
Es de todos conocido que cuando Margaret Thatcher “se convirtió en líder del
Partido Conservador, tomó clases para poner su voz de otra manera y así poder
hablar mejor en público. Tenía que hacerla
más grave, más rica, aprender a respirar.
Así que tuve que aprender sus dos voces, la que tenía cuando empezó y la
que tuvo después, cuando se convirtió en líder”. (fragmento de una entrevista a
Meryl Streep, acerca de su película “la
dama de hierro”).
3.-
Timbre. El timbre tiene relación con
la fuente sonora del que proviene, por lo que puede variar en función del sexo
o la edad de la persona, por lo que nos proporciona una fuente informativa
sobre ella. El timbre natural de nuestra
voz puede cambiar si se somete a un procedimiento eléctrico de carácter
técnico, como por ejemplo el escuchar nuestra voz en la radio, la televisión,
un micrófono, una grabadora, o el teléfono.
Hay veces que hasta nos cuesta reconocer nuestra voz.
4.-
Duración. Se refiere a la cantidad
de sonido y a la velocidad con que se habla.
Esta cualidad nos hará notar los estados psicológicos y anímicos del
orador: la duda, la ansiedad, el cansancio, la vehemencia, el interés y otros.
Dado que este es un tema muy importante y
extenso, el próximo día les hablaré de la locución,
y sobre todo de sus factores fundamentales: la entonación, la vocalización, el
ritmo y la actitud. Pero hoy quédense con
lo importante: debemos obtener de la propia voz el mejor rendimiento posible,
por lo que hemos de conocer como se produce fisiológicamente, deberemos
educarla por medio de ejercicios, y cuidarla para evitar problemas. No se trata de una cuestión de dotes naturales,
sino de práctica. Así que, cuiden su
voz.
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