lunes, 26 de marzo de 2012

Hablar en Público: La claridad en la comunicación.

“Una forma para alcanzar la celebridad puede ser ésta: expresar ideas sencillas con claridad, ingenio y cortesía.”
                AndréMaurois (es el seudónimo de Émile Herzog, novelista y ensayista francés, 1885-1967).




Es muy importante la “claridad en el mensaje”, que lo que digamos sea claro para que se nos entienda, pero no lo es menos la “claridad en la comunicación”.    En el primer caso estaríamos hablando sobre qué vamos a decir, y en el segundo caso sobre cómo lo decimos.

Para empezar, y atendiendo a la estructura de nuestro discurso, después de haber realizado la apertura, en la que recuerden hemos de tratar de atraer la atención de nuestro público, y al principio del cuerpo de nuestro discurso, puede que sea interesante explicar los beneficios que nuestros oyentes van a obtener.  Si tiene estructurado su discurso en partes, dígalo y explique los objetivos de cada una de ellas. 

Recuerde que ellos no pueden ver la presentación, así que nuestras palabras deberán convertirse en los ojos de nuestro público y hacer que pueda ver a través de ellas.

Esas partes del cuerpo del discurso deberían ir enlazadas mediante un hilo conductor, de tal forma que no parezca que no tienen nada que ver entre ellas, y por el contrario se entienda que una lleva a la otra de una forma lógica, ordenada y estructurada.  Y para que nuestro público no pierda el hilo, será conveniente ofrecer conclusiones y sumarios de forma regular.  Debemos hacerlo muy visual.

Debemos tener creados unos mensajes principales y unos secundarios.  Los mensajes principales los debe desarrollar de forma clara, y no se canse de repetirlos.

No se desvíe del tema principal, y si lo hace vuelva al mismo en el punto donde lo dejó, y explíquelo.  De lo contrario su público andará perdido, así que llévelos de la mano con sus explicaciones.

En cada uno de los temas que presente, es importante que mencione cuales son los elementos principales, y los accesorios que dependen de los primeros, y cuando pasemos de uno a otro procure que las transiciones sigan una pauta determinada, comprobando que su público no anda perdido y está en el lugar que usted desea.

Cuando explique historias, anécdotas, ejemplos, etc., es muy importante situar a nuestro público en la escena.  Recuerde decir ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?  Es muy importante poner a nuestros oyentes en situación para que se entienda lo que vamos a explicar y produzca el efecto que nosotros deseamos, y no otro.  Recuerde que nuestra comunicación para que sea eficaz debe tener las cuatro “C”: Clara, Concisa, Concreta y Completa.

Utilice las palabras apropiadas al contexto y a nuestro público.  No hable en la Universidad como si estuviese en mitin, ni hable en un mitin como si estuviese en la Universidad.  Cuidado con utilizar expresiones de la calle, y si lo hace indique el contexto de las mismas.  La sencillez y claridad no quiere decir que abusemos del lenguaje y hablemos de forma incorrecta, todo lo contrario.

Debe utilizar un lenguaje corporal congruente con lo que está diciendo.  No olvide que la expresión de su cara, sus gestos y todo su cuerpo, están transmitiendo constantemente, y que además ellos suponen un 55% del total de su comunicación.  De hecho, deberá utilizar su comunicación no verbal para reforzar los mensajes.

Hemos de interpretar nuestras palabras.  No se trata de una interpretación teatral del discurso, sino del acompañamiento de todo nuestro cuerpo al mensaje que intentamos transmitir.  Por ello, la postura del cuerpo y nuestra gesticulación deberán seguir las siguientes pautas:

·         Han de de adaptarse a su personalidad;
·         No deben parecer ensayados, sino naturales; y
·         Nunca deben ser exagerados.

Seguiremos hablando de esto, pero para finalizar os quería acompañar un texto de Tolstoi en el cual uno de sus personajes hablaba de la vida matrimonial, y que podríamos aplicar la misma descripción al arte de hablar en público, y es que desde fuera parece sencillo, pero cuando estás dentro, compruebas la dificultad:

 “Era feliz, pero al empezar su vida familiar veía a cada momento que era completamente distinta de lo que había imaginado.  Constantemente experimentaba lo que experimenta un hombre al entrar en una barca después de haber admirado su marcha suave por un lago.  Se daba cuenta de que no bastaba con guardar el equilibrio, limitándose a no balancearse; era preciso no olvidar ni un solo momento el rumbo, ni que había agua debajo, que se debía remar y que dolían las manos no acostumbradas a ello.  En una palabra: era fácil contemplar aquello, pero muy difícil de hacer, a pesar de ser agradable.”

viernes, 23 de marzo de 2012

Comunicación no verbal: Las manos.

“Mi mano es una extensión de mis pensamientos, de mis pensamientos creativos.”
         Tadao Ando (arquitecto japonés, 1941).

Existe una relación directa entre nuestro pensamiento y las manos, que las convierten en las herramientas que mejor acompañan nuestro mensaje verbal, reforzándolo.  De forma inconsciente también utilizamos las manos, y puede suceder que traslademos un mensaje verbal, pero nuestro mensaje no verbal a través de nuestras manos no coincida.

En la foto aparece la Presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha, Dolores de Cospedal, donde nos sería fácil identificar por los gestos de las manos, los hombros y la cara lo que está diciendo, y que yo interpreto: "... pues chico, si te digo la verdad, no tengo ni idea sobre lo que me estás preguntando..."

Aunque lo habitual es no saber muy bien que hacer con nuestras manos, sobre todo cuando aparece el nerviosismo.

Hoy trataremos de interpretar el significado de algunos gestos que hacemos con las manos.  Recuerden que los gestos se deben interpretar en el contexto, y sobre todo como agrupaciones de gestos.  Por lo tanto, esta interpretación individual de las manos debe reforzarse y confirmarse con otros gestos y con el mensaje.

Las palmas de las manos


Quien muestra las palmas de las manos traslada el mensaje de que dice la verdad, que es honesto, que es leal, y también lo utiliza como señal de deferencia.  Muchos de nuestros políticos cuando hablan en público, y supongo que aconsejados por sus asesores en comunicación, realizan estos gestos.  Aunque en mi opinión, el repetirse tanto en ellos puede provocar el efecto contrario, que no sea creíble.  Es como quien repite constantemente que dice la verdad.  Si decimos la verdad, no hace falta repetirlo.

Bueno, la verdad es que se trata de un gesto que funciona y que nos hace creer que lo que se dice es cierto y que es una persona que transmite confianza.  Bastará con enseñar las palmas de una forma más discreta, y en los momentos oportunos que necesitemos que se nos crea, sin excederse.

Las palmas de las manos también transmiten autoridad.  Vamos a poner un ejemplo sencillo.  Si usted quiere que otra persona traslade un libro de la mesa a la estantería, utilizando las mismas palabras, el mismo tono de voz, los mismos gestos de la cara, todo igual salvo las manos, tendrá tres formas de hacerlo:
  1. Extendiendo el brazo y poniendo la palma de la mano hacia arriba, como lo hace un mendigo para pedir.  La persona objeto de nuestra petición no se sentirá presionada y lo entenderá como una colaboración.
  2. En la misma posición pero con la palma hacia abajo.  Entonces entenderá que se trata de una instrucción, ya que la palma hacia abajo denota autoridad.
  3. En la misma posición, cerramos la mano y señalamos con el dedo índice.  Entonces se entenderá como una orden a la que no se puede replicar, lo cual además provocará irritación.

Frotarse las manos

Es la forma de comunicar una expectativa positiva.  Además la velocidad en que se frotan las manos también influye, de tal forma que a mayor velocidad más expectativa se tiene, y al contrario.  Un avaro cuando hace un negocio se frota las manos pensando en el beneficio.  Un niño al que le hemos prometido ir el fin de semana a un parque temático, también se frotará las manos, y si después le decimos que será a Disney, incrementará la velocidad.

Pero ojo, este gesto tendrá otro significado si estamos en la calle porque hemos salido a comprar, y de repente se pone a nevar y nos damos cuenta que hemos olvidado nuestro abrigo.  Tenemos frio y realizamos este gesto para indicarlo y calentar nuestras manos.

Dedos entrelazados

Si entrelazamos los dedos de nuestras manos, estaremos demostrando una actitud hostil o un sentimiento de frustración, aunque la regla general será utilizarlo para disimular una actitud negativa.  Existen tres posiciones diferenciadas:
  1. Poniendo las manos delante de la cara, apoyando los codos en la mesa cuando nos encontramos sentados.
  2. En la misma posición, pero apoyando los antebrazos en la mesa.
  3. Estando de pie, con las manos delante del estómago.
La actitud será mas negativa, cuanto más altas se encuentren las manos.  Pero si queremos deshacer esa postura, lo correcto sería mostrar las palmas de las manos y la parte delantera del cuerpo.

En la foto aparecen las manos de la Exvicepresidenta 2ª y Exministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado.  Se trata de una foto de 2009 en la que indicaba que probablemente se llegaría a los 4 millones de parados y que todavía quedaban unos meses de crecimiento económico negativo.

En la foto, el senador por La Gomera, Casimiro Curbelo, informa a los medios que no se presenta a las elecciones del 20N, después del famoso caso que provocó en un "club" de Madrid, donde se encontraba con su hijo y con un amigo de éste.


Manos en forma de ojiva

Las manos en ojiva se consiguen uniendo únicamente los extremos de los dedos dejando el mayor hueco posible entre las palmas.  Normalmente este gesto se realiza de forma aislada y sin combinarlo con otros gestos, y refleja una actitud de seguridad y confianza en uno mismo.

Existen dos variantes:
  1. Cuando las puntas de los dedos se colocan hacia arriba.  Se suele utilizar cuando se está hablando.  Pero ojo que si echamos la cabeza hacia atrás, denotaría cierto aire de arrogancia.
  2. Cuando se colocan hacia abajo.  Se suele utilizar cuando se está escuchando.
 

Seguiremos hablando de las manos, pero no lo olviden nuestras manos tienen una relación directa con nuestro pensamiento, y si no las controlamos hablarán solas por nosotros y nos delatarán.

martes, 20 de marzo de 2012

Hablar en Público: Sonría, por favor.

“No hay ninguna cosa seria que no pueda decirse con una sonrisa.”
         AlejandroCasona (maestro, dramaturgo y poeta español perteneciente a la generación del 27, 1903-1965).

 “Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho,
Enriquece a quienes la reciben
sin empobrecer a quienes la dan.
No dura más que un instante,
pero su recuerdo es a veces eterno.
Nadie es demasiado rico para prescindir de ella,
nadie es demasiado pobre para no merecerla.
Da felicidad en el hogar, apoyo en el trabajo,
es el símbolo de la amistad.
Una sonrisa da reposo al cansado,
ánimo a los más deprimidos.
No puede ni comprarse, ni prestarse, ni robarse,
pues es una cosa que no tiene valor
hasta el momento en que se da.
Y si alguna vez te tropiezas con alguien
que no sabe dar una sonrisa,
se generoso, dale la suya.
Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa
como el que no puede dársela a los demás.”
                MahatmaGandhi (abogado, pensador y político indio, 1869-1948).




He de reconocer que ni soy gracioso y tampoco caigo en gracia.  Pero lo compenso siendo yo mismo, con amabilidad y procurando regalar una sonrisa. 

Hay que saber diferenciar entre la gracia y la simpatía.  La gracia es un don complejo que pocos tienen y que no depende de nuestra voluntad.  En cambio, la simpatía sí que depende de nosotros.  Así que, debemos ser simpáticos.

Cuando hablemos en público, salvo que la ocasión no lo requiera, deberemos obsequiar una generosa sonrisa.  La ocasión no lo requerirá, dependiendo del contexto, de nuestro público, de lo que estemos hablando, etc.

En una empresa en la que trabajaba de Gerente de Recursos Humanos, tuve que asistir al funeral de un administrativo de una de las fábricas.  Era una persona de edad, casi a punto de jubilarse, y una institución en la misma, pues llevaba toda su vida trabajando en esa fábrica.  Quise demostrarle mi reconocimiento, asistiendo al velatorio y a la misa.  Y cuando me acerqué a darle el pésame, sin querer y fruto del nerviosismo, dibujé una sonrisa en mi cara.  Inmediatamente vi en la expresión de su rostro, su perplejidad.  Días después fui de nuevo a verle para charlar con él, y aprovechar la ocasión para explicarle que esa sonrisa fue fruto del nerviosismo, y pedirle disculpas.

Les acompaño el célebre discurso de la película “Bienvenido MísterMarshall”, del gran maestro Luis García Berlanga, en la que los grandes actores Pepe Isbert y Manolo Morán nos siguen deleitando con esta joya de nuestro cine, y que hoy sigue estando plenamente vigente.  Pepe Isbert era un actor que caía en gracia y aunque no vocalizaba bien, era indiscutiblemente uno de los actores mas reconocidos de su tiempo.  Manolo Morán era un actor gracioso y que se especializó en personajes cómicos y de raigambre popular y castiza.

Este discurso nos demuestra que con escasez de medios se pueden alcanzar resultados eficaces.

Además de ser simpático, ha de ser amable.  Esté pendiente de los demás, y deje de preocuparse únicamente por usted.

El Dr. D. Juan Antonio Vallejo-Nájera lo definía de la siguiente forma: “La simpatía presupone capacidad de sintonización afectiva –contagiarse del estado de ánimo de los demás-, y poder de irradiación afectiva –teñir a los otros de nuestros propios sentimientos-.”.

Hay personas que les cuesta más conseguir ser simpáticos, pues su carácter no lo es.  Pero pueden modificarlo pues es una cuestión que depende de su voluntad, y cuesta el mismo trabajo ser simpático que antipático.

Hay dos cosas que no nos perdonará nuestro público: la antipatía y el aburrimiento.  De nada le servirá esforzarse en tener una mejor imagen, vistiendo bien, adelgazando, tomando el sol, si al final resulta antipático.  Pues sea amable siempre y sonría, por favor.

jueves, 15 de marzo de 2012

Comunicación no verbal: Estrechar la mano.

“Cuando volví a mi país natal, después de todas las historias sobre Hitler, no pude viajar en la parte delantera del autobús.  Volví a la puerta de atrás.  No podía vivir donde quería.  No fui invitado a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco fui invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente.”

          Jesse Owens (atleta estadounidense de origen afroamericano, 1913-1980.  Participó en JuegosOlímpicos de Berlín en 1936 consiguiendo cuatro medallas de oro: 100 metros lisos, 200 metros lisos, salto de longitud, y participando en el equipo de relevos de 4X100 metros).



Una de las cuestiones más importantes en una presentación es el momento de “estrechar la mano”, que servirá para reforzar la primera impresión que se forjen sobre nosotros o que nos podamos forjar sobre nuestro receptor.  Por lo tanto, será necesario conocer las cuestiones protocolarias que le afectan y también proporcionará una información muy importante sobre la otra persona, sobre nosotros y sobre los que saludemos, pues es una parte de la comunicación no verbal.

El saludo se remonta a cuando los hombres nos encontrábamos en las cavernas, entonces levantaban los brazos y enseñaban las manos para demostrar que no llevaban armas.  Con el paso de los siglos, este saludo fue cambiando y ya únicamente se enseñaba la mano derecha y finalmente se estrecharon las manos derechas.  Hoy en día es una forma de cortesía en el saludo, que se suele utilizar en la bienvenida como en la despedida.

Como introducción previa, hemos de decir que en la comunicación no verbal existen unas zonas preestablecidas en nuestra relación con los demás:
  • La zona íntima: entre 15 y 45 cm.;
  • La zona personal: entre 46 cm. y 1,22 m.;
  • La zona social: entre 1,23 y 3,6 m.; y
  • La zona pública: más de 3,6 m. 
Aunque estas distancias varían en función de los países y del lugar donde se vive, si es mas o menos denso en población.  Quienes vivan en zonas con mucha densidad de población, como son las ciudades tienen las distancias indicadas, pero los que viven en zonas rurales con muy poca densidad de población, están acostumbrados a espacios más amplios y se encuentran a gusto en distancias más amplias.

Cuando estrechamos la mano, lo hacemos en la zona personal.  Habrá personas que extiendan menos el brazo, lo cual nos puede indicar que residen en una zona muy poblada, por lo que se encontrarán más a gusto a una distancia menor, o quienes residan en una zona muy poco poblada, y entonces estirarán más el brazo e inclinarán el cuerpo para conseguir una distancia mayor, y encontrarse cómodos.

Las normas protocolarias nos dicen que la forma correcta de dar la mano es extendiendo por completo la palma de la mano derecha, con el dedo pulgar hacia arriba, y con el brazo pegado al cuerpo lo estiraremos hasta que con el antebrazo forme un ángulo de unos 120º.  Esta es la actitud de igualdad.

Una vez hemos unido ambas manos, se debe cerrar la mano envolviendo la mano de nuestro receptor de forma firme pero sin hacer daño.  El apretón debe ser corto, pero firme y decidido.  Cuanta mayor familiaridad, mas tiempo puede durar.  También se puede acompañar de un gesto de agitación, subiendo y bajando las manos.

Al mismo tiempo que damos la mano, hemos de contactar visualmente con nuestro receptor y deberemos esbozar una sonrisa o un gesto de amabilidad.

Si es un caballero el que saluda a una mujer, deberá ser ella la que inicie el gesto, y el caballero se limitará a completarlo.  Podemos utilizar el besamanos, pero debe ser en alguna fiesta, con señoras de cierta edad o posición, y nos limitaremos a inclinar la cabeza y hacer el ademán de besar la mano, pero sin contacto físico.  No debemos besar a las señoras, salvo que ellas nos ofrezcan la cara, y el saludo deberá ser igual que a un hombre, salvo que la firmeza en el apretón debe ser menor.

Si por determinadas circunstancias llevásemos guantes, deberemos quitarnos el guante de la mano derecha para que al dar la mano se junten las palmas de las manos.

Esto es lo que nos dice el protocolo, pero nos podemos encontrar otras dos posiciones, además de la indicada, la de quien tiene una actitud de dominio o la del que la tiene de sumisión.

El dominante nos trasladará su mano con la palma hacia abajo, a veces no completamente y bastará con que esté ladeada.  Esto significa que quiere demostrar que el lleva el control por lo que debemos estar alertas.  Generalmente son personas que se consideran triunfadoras

El sumiso lo hará al contrario, nos trasladará su mano con la palma hacia arriba.  A veces se utiliza para cederle al otro el control de la situación, o hacerle sentir que lo tiene.  Pero la traducción de este gesto es el de sumisión.

Si dos personas dominantes se estrechan la mano, es como una lucha simbólica, pues ambos querrán tener su mano encima de la del otro.  Al final, el resultado es un apretón con las manos verticales.

Hay dos formas de cambiar un saludo de un dominante:
  1. Mientras le damos la mano, avanzamos el pie izquierdo; posteriormente nos introducimos en su zona íntima y con el pie derecho avanzamos y nos ponemos a su izquierda (nuestra derecha).  Este saludo no se hará de frente, sino de lado, y al hacerlo, le obligaremos a poner la palma vertical.
  2. A la vez que le damos nuestra mano derecho en posición de sumisión, ponemos nuestra mano izquierda sobre su mano derecha.  A esto se le denomina el “guante” o “el apretón de manos del político”, y le estaremos cogiendo su mano derecha con nuestras dos manos.
A veces los dominantes, no solo usan las manos sino que también estiran completamente el brazo, para mantenernos fuera de su zona personal.



También nos puede ocurrir que nos extiendan las dos manos, lo que es muestra de sinceridad, confianza y un sentimiento profundo hacia el receptor.  Y también pueden acompañarnos en el saludo de su mano izquierda, lo cual significa un sentimiento extra, poniéndola en la muñeca, en el codo, en el brazo, o en el hombro, y cuanto más se suba, mayor afecto demostrará.  Esto se ve perfectamente en el segundo video que os acompaño de la película “PrimaryColors

Provoca rechazo el encontrarnos con una mano fría, húmeda y sin fuerza.  A esto se le llama la mano de “pescado”.  Debemos procurar tener una mano caliente, seca y con vigor.  Hay que tener en cuenta que nos podemos encontrar con alguien enfermo, o simplemente que trabaje con sus manos y que quiera evitar que le lastimen con un apretón demasiado efusivo.

Saber dar la mano, hará que la primera impresión que causemos sea buena, y además nos proporcionará una información adicional sobre la persona que saludemos.  Aprovechemos también esa información.

lunes, 12 de marzo de 2012

Hablar en Público: La locución.

“La comunicación no es como una emisora y un receptor.  Es una negociación entre dos personas, un acto creativo.  No se nos mide por el hecho de que el otro entienda exactamente lo que uno dice, sino porque él también contribuya con su parte, y ambos cambien con la acción.  Y, cuando se comunican realmente, lo que forman es un sistema de interacción y reacción bien integrado”.

                RayBirdwhistell (antropólogo americano, estudioso de la comunicación no verbal y creador del término cinesis (kinesics), 1918-1994).





Ya habíamos comentado que las cualidades de la voz son las mismas que la del sonido: la intensidad, el tono, el timbre y la duración.  Esto contribuirá a través de la modulación de la voz a que le añadamos una musicalidad al mensaje, que abre unas posibilidades muy amplias y que enriquece el mensaje.

Nuestro diccionario de la Real Academia Española define “locución” como el acto de hablar o el modo de hablar.

Dante Alighieri escribió “De vulgari eloquentia”, donde ensaya sobre la locutio vulgaris, el lenguaje natural, diferenciándolo de la locutio secundaria o gramática, el lenguaje artificial en las dos lenguas gramaticales, latin y griego.  Dante destaca el término locutio, del verbo loqui, que significa el don de la palabra.

Nosotros a la hora de hablar en público, entenderemos como locución el don de la palabra a través de la voz.  Y como ejemplo tenemos al locutor de radio, que será el máximo exponente del poder de la palabra a través de la voz.  Por ello, a la hora de hablar en público deberemos conocer ese poder y saberlo utilizar.

En la locución influyen cuatro factores fundamentales: entonación, vocalización, ritmo y actitud.

1.    La entonación. La define Ana Mena González en su obra “la educación de la voz” como: “la curva melódica que describe la voz al pronunciar las palabras, frases y oraciones, es decir cuando hablamos.”  Se tratará del registro sonoro entre el más grave y el más agudo.

Cada persona tenemos nuestro tono de voz, que es el registro que producimos con más naturalidad y menos esfuerzo.  Alrededor de esta nota, que se llama frecuencia fundamental, se producen los movimientos, dentro de lo que se denomina el campo sonoro.  Por tanto se trata de variables que irán en función de los individuos.

Tomás Navarro Tomás en su Manual de pronunciación española indica que “la entonación es el elemento mas activo e importante entre los factores que integran la compleja naturaleza de la lengua”, por ese motivo deberemos practicarla.

Cuando un discurso no es rico en matices, decimos que es monótono, y la consecuencia de esto es el aburrimiento.  Debemos buscar el dinamismo de nuestro discurso aumentando y disminuyendo el tono, yendo más rápido o más lento, provocando pausas, pues la variedad será uno de los factores que provocará el interés en nuestro auditorio.

Algunos consejos para variar el tono:
  • Entienda completamente lo que va a decir, para posteriormente poderle dar el sentido que usted desee.
  • Distorsione las curvas de entonación para captar el interés.
  • No solo construya oraciones enunciativas, utilice también las interrogativas y las exclamativas.
  • Varíe la velocidad y domine el ritmo.
  • Haga pausas, pues el silencio también habla.
  • Subraye con la voz las palabras clave.
  • Pronuncie ciertas palabras de forma que suenen a lo que significan.  Por ejemplo: decir tumba con una voz tenebrosa.
2.    La vocalización.  Provocará o no, la claridad en la transmisión del mensaje.  La mala dicción puede provocar incluso la pérdida de credibilidad del mensaje.

En una comunicación normal no es necesario vocalizar correctamente, ya que si nuestro interlocutor no nos entiende, podrá preguntarnos.  Sin embargo esto no ocurre cuando hablamos en público, por lo que deberemos esforzarnos para vocalizar correctamente.  Esto se consigue moviendo correctamente los labios, la boca y la lengua, que son los órganos de fonación.

Debemos intentar conseguir sonidos firmes, redondos, vibrantes, homogéneos y sin temblores.  Un estupendo ejercicio será el sujetar con las muelas un bolígrafo e intentar hablar con él pronunciando lo mejor posible.  Lea un texto cualquiera durante dos minutos diarios y verá como mejora su dicción.  Otro ejercicio es el intentar pronunciar sílaba por sílaba de forma muy lenta e intentando hacerlo con la máxima perfección, y posteriormente vaya aumentando la velocidad hasta hacerlo a la máxima posible.

3.    El ritmo.  Cada discurso debe tener su ritmo, como pauta general.  Incluso dentro del mismo, debe variar también el ritmo general para proporcionarle variedad.

Dale Carnegie nos indica que “La inmediata fuerza expresiva que posee un ritmo trepidante y un tono suave, un tono mayor y uno menor, un período rápido y uno lento, una más o menos abrupta elevación y descenso de tono, un tono alto y uno quedo. ¡Éstos son los más importantes y elementales medios creativos de todo arte sonoro, sea la música, la palabra o los ruidos!

El ritmo no debe ser ni demasiado rápido ni demasiado lento.  Un ritmo demasiado rápido producirá tensión y uno muy lento cansancio.

Es habitual entre principiantes en este arte de hablar en público que, debido al nerviosismo, se precipiten y aceleren su discurso, quizá con la esperanza de acabar pronto el suplicio por el que están pasando.  Esto hace que se aprecie su intranquilidad, vocalice mal y no sea comprendido, no module su voz, y al final dificulte la atención del público hacia el mensaje.

4.    La actitud.  Nuestra elocución debe adecuarse al público, al contexto y a la situación en que lo pronunciamos.  Cada situación, sea más formal o informal, requerirá de una forma de actuar determinada.  No es lo mismo hablar en una Universidad, que hablar en un mitin de un sindicato.  Cambiará la solemnidad, el tratamiento, la forma de hablar, las alusiones personales que hagamos, incluso los chistes o anécdotas que contemos, la cercanía o lejanía en el trato que tengamos, etc.

Todo esto que hemos comentado acerca de la voz y la locución, debe complementarse con una respiración adecuada.  Si no conseguimos una respiración correcta, en la que empleemos los pulmones y el diafragma, puede conseguir disfonías e incluso una sobrecarga de las cuerdas vocales.

Lo correcto sería inspirar el aire e introducirlo hasta el diafragma, evitando la respiración costal superior, así de esta forma la laringe solo se utilizaría para la vibración y no también para la regulación de la salida del aire.  Además obtendríamos una cantidad de aire superior (casi el doble) lo que permite inspirar menos veces y reducir la fatiga.  La salida del aire se debe producir por el esófago, lo cual provoca una voz más grave y aterciopelada, con más cuerpo y presencia.

Para finalizar, si queremos educar nuestra voz deberemos pasar por cuatro fases:

a.    Articular de forma correcta y clara.
b.    Desarrollar un tono agradable.
c.     Tener una buena respiración.
d.    Utilizar efectos especiales (acentos, tonos, etc.).

jueves, 8 de marzo de 2012

Hablar en Público: La voz.


“Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz.”
         Leonardo Da Vinci (pintor, arquitecto, inventor, botánico, escritor, poeta, científico, músico, etc., italiano, 1452-1519).

“Nada revela tan fiablemente el carácter de una persona como su voz.”
         Benjamín Disraeli (político y escritor británico, 1804-1881).



La eficacia del mensaje oral no radica tanto en las palabras, sino en cómo se presenten, en la locución (elocutio), o mejor dicho en la forma sonora en que se recibe el mensaje.  A través de la voz introducimos matices expresivos mucho más ricos y complejos.

Entonces, si queremos dominar las técnicas de comunicación oral, no deberemos conformarnos con utilizar las palabras apropiadas, sino que deberemos convertirlas en recursos con un alto grado comunicativo.  Recuerde que será la voz, y no la palabra, lo que quede en su público.

Cuando hablamos en público, nuestro mensaje lo emitimos mediante la palabra con el uso de la voz.  Y dado que la voz es básicamente sonido, sus cualidades serán las mismas para ambos: la intensidad, el tono, el timbre y la duración.

Como recordará, el profesor AlbertMehrabian descubrió que el impacto del mensaje verbal (palabras) se corresponde con el 7%, el 38% es vocal (el tono de la voz, las pausas, los matices y otros sonidos) y el 55% restante se corresponde con la comunicación no verbal.  Por lo tanto, nos estamos refiriendo al 38% de nuestra comunicación, lo cual supone una parte muy importante de nuestro mensaje, y deberemos cuidarla.

Veamos a continuación, y una a una, que son y que suponen estas cualidades de la voz:

1.- La intensidad.  Los sonidos son fuertes o débiles según sea la intensidad.  En nuestro discurso la intensidad deberá ir en función de diferentes aspectos, como nuestro estado de ánimo, la situación del momento, o la importancia que queramos destacar en lo que estamos diciendo.

La diferente intensidad ayudará a nuestro público a diferenciar lo importante de nuestro mensaje, y trasladará la carga emocional.  Además, servirá para evitar la monotonía consiguiendo captar el interés en aquello que deseemos.

2.- Tono.  El tono se refiere a la gravedad o la agudeza, que son frecuencias elevadas o reducidas del sonido.  Por lo general el oído humano percibe como más agradables los tonos graves que los agudos, por lo que aquel orador que tenga un tono muy agudo debería probar a hablar en un tono más grave.

Es de todos conocido que cuando Margaret Thatcher “se convirtió en líder del Partido Conservador, tomó clases para poner su voz de otra manera y así poder hablar mejor en público.  Tenía que hacerla más grave, más rica, aprender a respirar.  Así que tuve que aprender sus dos voces, la que tenía cuando empezó y la que tuvo después, cuando se convirtió en líder”. (fragmento de una entrevista a Meryl Streep, acerca de su película “la dama de hierro”).

3.- Timbre.  El timbre tiene relación con la fuente sonora del que proviene, por lo que puede variar en función del sexo o la edad de la persona, por lo que nos proporciona una fuente informativa sobre ella.  El timbre natural de nuestra voz puede cambiar si se somete a un procedimiento eléctrico de carácter técnico, como por ejemplo el escuchar nuestra voz en la radio, la televisión, un micrófono, una grabadora, o el teléfono.  Hay veces que hasta nos cuesta reconocer nuestra voz.

4.- Duración.   Se refiere a la cantidad de sonido y a la velocidad con que se habla.  Esta cualidad nos hará notar los estados psicológicos y anímicos del orador: la duda, la ansiedad, el cansancio, la vehemencia, el interés y otros.

Dado que este es un tema muy importante y extenso, el próximo día les hablaré de la locución, y sobre todo de sus factores fundamentales: la entonación, la vocalización, el ritmo y la actitud.  Pero hoy quédense con lo importante: debemos obtener de la propia voz el mejor rendimiento posible, por lo que hemos de conocer como se produce fisiológicamente, deberemos educarla por medio de ejercicios, y cuidarla para evitar problemas.  No se trata de una cuestión de dotes naturales, sino de práctica.  Así que, cuiden su voz.

lunes, 5 de marzo de 2012

Hablar en Público: Imágenes mentales.

“Me quedo la bebida y las patatas, pero quite esta hamburguesa de mi vista, tráigamela sin mayonesa o iré a su casa, le cortaré las piernas, la incendiaré y miraré como sale arrastrando sus sangrientos muñones.”
                Fragmento de la película “Falsas Apariencias”.





El profesor Stephen M. Kosslyn (1948), psicólogo norteamericano, actualmente es el Director del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford, y además fue Decano del área de Ciencias Sociales de la Universidad de Harvard.  Es un neurocientífico especializado en percepción e imágenes mentales, partiendo del aprendizaje de ciertos rudimentos de psicología cognitiva, que estudia la interrelación entre percepción, memoria y conocimiento.

Kosslyn afirma que las imágenes mentales mejoran la memoria, fundamentalmente por dos razones: primero, porque con las imágenes se puede almacenar no solo la palabra sino también a su significado; y segundo, porque las imágenes pueden cambiarse en escenas que pueden ser recordadas por ellas mismas, dando lugar a otra vía para mejorar la memoria.

Indica además, que “toda persona que tenga que enfrentarse a una audiencia debe familiarizarse con cómo funcionan la percepción, la memoria y los mecanismos del razonamiento”.  Ser capaz de prever como tu audiencia va a procesar unos contenidos ayuda a aprovechar al máximo la capacidad innata de la mente.  Además todo esto se aplica no sólo a los gráficos, sino también al texto, y por lo tanto a la palabra.

Como nuestro objetivo debe ser el realizar nuestra presentación con la mayor claridad y así hacerla fácilmente comprensible a nuestro público, podemos intentar crear imágenes mentales en el cerebro de nuestros oyentes mediante las siguientes técnicas:

1.- Comparaciones.  Podríamos decir de un tejido, que “es aterciopelado como la piel de un melocotón”.  O para hablar de un ladrón al que no puede coger la policía, diríamos: “es tan escurridizo como una anguila entre las manos”.  En ambos casos reforzaríamos lo que decimos con la imagen que generamos en la mente.

2.- Metáforas.  La diferencia de la metáfora con la comparación, es que en la metáfora no realizamos la comparación entre dos cosas, sino que ambas son lo mismo.  Por ejemplo, en una comparación diríamos “tus ojos son como el mar”, y en la metáfora diríamos “el mar de tus ojos.  Decía Aristóteles que “lograr una buena metáfora significa captar con justeza las correspondencias de la vida”.  Por ejemplo, dos personas perdidas y desorientadas serían “dos personas que han soltado amarras y flotan a la deriva en un mar de dificultades”.

3.- Refranes y dichos populares.  Nuestro refranero popular es muy rico y contiene muchos ejemplos que nuestro público reconocerá y que probablemente haya utilizado.  No obstante, hay que utilizarlo con prudencia y sin abuso.  Podríamos decir que hablar mucho y sin parar es “hablar como una cotorra”.  O cuando el que habla repite siempre lo mismo, podremos decir “que habla como un disco rayado”.

4.- Máximas.  Las máximas condensan en pocas palabras y de forma acertada un sabio pensamiento.  Ejemplos:
  • Todo lo que se come sin necesidad se roba al estómago de los pobres.  (M. Gandhi)
  • La caridad empieza en nuestra casa y la justicia en la puerta inmediata. (Charles Dickens)
5.- Aforismos.  Los aforismos son frases breves, rotundas, que se proponen como indiscutibles y que tienen finalidad doctrinal.  Ejemplos:
  • El leer hace completo al hombre; el hablar lo hace expeditivo; el escribir lo hace exacto. (Francis Bacon)
  • Las inteligencias grandes discuten las ideas; las inteligencias medias, los sucesos; y las pequeñas, las personas (Santiago Ramón y Cajal)
6.- La ironía.  Se trata de un recurso que puede ayudarnos a recuperar la atención del público, además de crear la imagen mental.  Ejemplos:
  • Yo solo sé que no sé nada y eso es porque me lo han dicho.
  • Batió todos los records de nivel de alcohol en la sangre.  En realidad, trabajo tuvieron para encontrarle sangre.
La tarea de convertir nuestras palabras en imágenes mentales y visuales no es nada fácil, y requiere mucha dedicación y tiempo, y además le exigirá ser en ese momento un artista.  Al igual que un pintor, usted debe ir dando, pincelada a pincelada, a su texto, para añadir una serie de colores que hagan del cuadro de su discurso una obra armónica y procure hacer disfrutar a su público de eso que es el fin de todo orador, convertir lo importante en interesante.


viernes, 2 de marzo de 2012

Hablar en Público: La claridad en el mensaje.

“Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque ésta sea un simple murmullo.”
         Confucio (pensador chino, 551 a.C.-479 a.C.)

“No veo más que una regla: ser claro. Procuro contar primero con verdad, segundo con claridad lo que pasa en un corazón.”
         Stendhal (escritor francés, 1783-1842)




Cualquier mensaje para que sea entendible debe contener las cuatro “C”: debe ser claro, conciso, concreto y completo.  Esto ya lo habrán escuchado, pero la Claridad, con mayúscula, debe incluir a las otras tres también. 

Dice de la claridad nuestro diccionario de la Real Academia Española que es la “distinción que por medio de los sentidos, y más especialmente la vista y el oído, percibimos las sensaciones, y por medio de la inteligencia, las ideas”.  Y además, si se trata de una claridad meridiana, se referirá a un argumento o razonamiento de muy fácil comprensión.

Pues eso, deberemos hablar con una claridad meridiana para que seamos muy fácilmente comprendidos, tanto en la forma como en el fondo.  En la forma se nos entenderá por medio de la vista y el oído, pero en el fondo será a través de la inteligencia.

Quintiliano explicaba que la “claridad no es decir las cosas de forma que nos puedan entender, sino decirlas de tal manera que no exista la más remota posibilidad de que no nos entienda”.

Lo más fácil será ponernos al nivel mas bajo y hablar de tal forma que todo el mundo nos pueda entender.  Para ello deberemos hablar con frases cortas y sencillas, donde la simplicidad sea el común denominador.

Para llegarnos a hacer entender con claridad existen cinco principios básicos:

1.- Comprender.  Debemos entender el sentido general, el particular, y todos los términos de los que estemos hablando, para poder explicarlos y que sean fácilmente comprensibles por nuestro público.  Si nosotros no lo entendemos, será complicado hacérselo entender a nuestro público.
2.- Palabras sencillas.  Debemos utilizar términos que conozcan todos nuestros oyentes.  Séneca decía que “el lenguaje de la verdad debe ser simple y sin artificios”.  Eliminemos todas aquellas palabras que puedan ser complicadas y difíciles, o demasiado técnicas, y si tenemos que decir algunas siglas o palabras poco familiares, expliquemos su significado diciendo: “como todos ustedes ya saben…”, para que nadie piense que los consideramos tontos.
3.- Hacer entender las cantidades.  Usemos ejemplos, para traducir de lo abstracto a lo concreto.  Procuremos compararlo con magnitudes conocidas.  Y si hablamos de un bosque de 20 hectáreas, podremos explicar que sería aproximadamente como 20 campos de fútbol.  Si por ejemplo hablamos del gasto sanitario público en España, podremos decir que es de 58.466 millones de euros, lo que supone un 71,2% del gasto sanitario total en el país, que asciende a 82.064 millones de euros, y que el gasto sanitario total supone un 8,4% del PIB. 
4.- Naturalidad.- A esta cuestión ya le hemos dado un tratamiento diferenciado, escribiendo un artículo específico.  A modo de resumen diremos que, no debemos emplear palabras rebuscadas y adoptar un tono grandilocuente, bastará con ser nosotros mismos.
5.-  Lenguaje simple. Debemos evitar el lenguaje tecnocrático, ese que habitualmente se utiliza para el engaño o como mínimo para enturbiar el significado, dándole una apariencia de culto.  Un ejemplo son los eufemismos, empleamos frases como flexibilizar plantillas para evitar decir que se despiden a empleados, o la interrupción voluntaria del embarazo para evitar decir que se realiza un aborto, etc.

Y en cuanto a la técnica práctica en cuanto a la escritura, deberemos:
  • Utilizar frases cortas.-  No más de veinticinco palabras entre puntos.
  • Orden gramatical lógico.- Sujeto + Verbo + Complementos.
  • Repetir, y repetir.- Para ser claros, hemos de repetir, reiterar aquello que sea fundamental.
  • Traducir.- Nuestra obligación es que se nos entienda, por lo que hemos de traducir todo aquello que pueda no conocerse, por ejemplo las siglas.  Deberemos redondear las grandes cifras para facilitar su memorización.
  • Usar tiempos verbales cercanos al presente.- Es mejor usar el presente y las formas continuas que los tiempos pasado y futuro.
  • Estilo verbal mejor que el nominal.- Permiten oraciones mas cortas y sencillas de entender.
  • Crear imágenes gráficas.-  A este asunto le dedicaremos un artículo específico.
George Orwell tenía la siguiente norma básica: “hay que escribir del modo más sencillo posible; mejor una palabra simple y corta que una larga; si puedes decirlo con una, no lo digas con dos”.