"No hay nada que se pueda comparar a la palabra y a la comunicación. No hay nada comparable a poder hablar a la persona adecuada en el momento adecuado en el que la persona a quien se habla tiene ganas de escuchar, y la persona que habla desea hablar." Carmen Martín Gaite
Hoy acompaño tres citas sobre el contacto visual.Todas de grandes escritores, pero cada una de
ellas es un pequeño trozo de sabiduría que nos está diciendo la importancia que
tiene la mirada y lo que nos puede decir de una persona.
Cuando hablamos con una persona, tenemos la necesidad de
mirarle a los ojos para poder establecer comunicación y poder reforzar nuestro
mensaje.Yo diría que es imprescindible para
poder conectar, el engancharnos a su mirada.De la misma forma que buscamos en el dial de una radio la emisora hasta
que la sintonizamos, de esa misma manera buscamos en su mirada la conexión.La mirada es uno de los elementos más
relevantes de la comunicación no verbal.
Recuerdo que en diciembre de 2010 se publicaron por Wikileaks
unos documentos secretos del gobierno estadounidense, en los cuales se
reflejaba como veía Washington a nuestro Gobierno de entonces.Me
llamó la atención los comentarios que hacían de nuestro ministro de Fomento,
José Blanco, y que reflejo a continuación de forma literal: “no mira a los ojos
al saludar, no es fiable y políticamente rudo”.
El no mirar a los ojos al hablar, genera desconfianza y da la
sensación de ser una persona oscura y de la cual uno no se puede fiar.Pero tener también una mirada fija y
sostenida provoca incomodidad y puede llegar a entenderse como una señal de
amenaza.
En el lejano oriente se considera de mala educación mirar a la
otra persona mientras se conversa.Sin
embargo, los norteamericanos interpretan el contacto visual prolongado como un
signo de atracción sexual.Se trata de
una cuestión cultural, que varía según las costumbres de cada país.
Podemos leer el rostro de otra persona sin mirarle a los ojos,
pero cuando los ojos se encuentran no solo sabremos cómo se siente el otro,
sino que el otro sabrá que nosotros conocemos su estado de ánimo.
Jean-Paul Sartre dijo que el contacto visual es lo que nos
hace real y directamente conscientes de la presencia del otro como ser humano,
con conciencia e intenciones propias.Cuando los ojos se encuentran, se nota una clase especial de entendimiento,
de ser humano a ser humano.
Establecer contacto visual o no hacerlo, puede cambiar
enteramente el sentido de una situación.Imaginemos la diferencia entre no saludar a una persona simulando no verla,
o mirarla directamente y negarse a reconocerla, la diferencia es tremenda.
Cuando nos encontremos ante nuestro público y tengamos que
dirigirnos a ellos, es fundamental que establezcamos comunicación con ellos
mediante el contacto visual.Bastará con
que mantengamos aproximadamente unos tres segundos la mirada con cada
oyente.Podemos ir haciéndolo por grupos,
e ir cambiando la mirada de forma aleatoria.
Es conveniente que no nos olvidemos de mirar a los que se
encuentran más lejanos o en zonas con obstáculos, como columnas.Pensemos que ninguno de nuestros oyentes se
debe marchar con la sensación de que no le hemos visto, y no nos hemos dirigido
a ellos.
En cierta ocasión, uno de mis alumnos me preguntó si había
alguna forma de evitar la mirada, porque él ya se sentía muy mal siendo
observado por todos, para que además tuviera que fijar la vista en sus
ojos.Yo le respondí, que salvo que
estuviese muy cerca, en vez de mirar a los ojos podía mirar a la parte superior
de su cabeza, pues a cierta distancia será difícil para nuestro público saber
donde miramos.Esta es una solución para
casos extremos, pero aconsejo mirar a los ojos y conectar de verdad con nuestro
público.
Evite la comodidad de buscar una cara amiga, y contactar únicamente
con esa persona.El resto de nuestro
auditorio se va a sentir celoso, y va a pensar que solo se lo está contando a
esta persona.
Acompañe su mirada con una sonrisa amable, y verá que su
público también le devuelve la sonrisa.Y sobre todo, no deje que nadie se vaya sin que le haya dedicado una
mirada.
“Nada impide tanto ser natural como el deseo de
parecerlo.” François de la Rochefoucauld (escritorfrancés, 1613-1680)
“Ser natural es la más difícil de las
poses.” OscarWilde (dramaturgo y novelista irlandés, 1854-1900)
Acompaño el video de Pilar Manjón, que a mi modo de ver es un
ejemplo de discurso desgarrador con la naturalidad y la fuerza que da la razón.
Si alguna vez ha salido natural en una foto, ha sido precisamente
cuando no era consciente de que estaba siendo fotografiado, porque basta que
nos digan “prepárate para la foto” para que nuestra pose sea todo menos natural.
La realidad es que comportarse conscientemente de forma
natural es difícil, y aún más si se trata de hacerlo al hablar en público.
¿Cómo conseguir entonces ser natural cuando queremos hablar
ante un auditorio lleno de personas que no nos conocen y por las cuales vamos a
ser evaluados? Alguien se podría sentir tentado a contestar, imitando a los
grandes oradores, o tal vez interpretando como los actores.Bueno, podría ser una solución, pero no dejaría
de ser un fraude.Además, cuando
intentamos imitar a otro, lo que normalmente conseguimos es una caricatura del
original.
Yo le voy a dar una solución más arriesgada pero que le va a
llevar al éxito.Solo conseguirá ser
natural, cuando humildemente se comporte como usted es en realidad, siendo usted
mismo.Con sus aciertos y sus errores,
con sus virtudes y sus defectos. Como decíaBarry White en sufamosacanción: “Just the way you are”.
Y si durante su charla tiene que representar algún papel, explíquelo
y diga que en ese momento está actuando, para que no haya ninguna sombra sobre
su naturalidad.
Es seguro que en nuestra vida trataremos con diferentes
personas, de diferentes nacionalidades y culturas, de diferente nivel social,
de diferente nivel cultural, pero si se dirigen a nosotros con sencillez y
naturalidad, sin tratar de fingir otra cosa de lo que realmente son, siempre
mostraremos cierta simpatía por ellas.
Nuestro diccionario de la Real Academia de la Lengua define como
“pedante” a aquella persona engreída y que hace inoportuno y vano alarde de
erudición, téngala o no en realidad.Y si
por el contrario nos tropezamos con un pedante, o alguien que quiera pasar por
lo que no es, entonces es seguro que nos caerá mal.
Lo fundamental al hablar en público es transmitir nuestro
mensaje e incluso nuestros sentimientos, y para ello deberemos contar con la
aprobación de nuestro público.
Puede que incluso, técnicamente hablando, haga un mal
discurso; pero sin embargo, si sabe llegar a su auditorio abriéndose a ellos es
muy posible que su público no lo tenga en cuenta.El Dr. D. Juan Antonio Vallejo-Nájera nos
cuenta en su libro “Hablar en público hoy”, la anécdota del pintor Antonio
López García, cuando iba a recibir el premio ABC de Oro, se puso en pie, miró a
su público con cierta ansiedad y dijo algo así como: ”Señores…, soy muy tímido…
Yo pinto, no sé hablar… Lo único que puedo decir es gracias…, de verdad,
¡muchas gracias!”. Recibió una gran ovación
y el público quedó conmovido y muy impresionado por su sinceridad y
naturalidad.
También ocurre que en algunas ocasiones grandes oradores
comienzan diciendo que lo van a hacer muy mal, y aunque en realidad sabemos que
esto no va a ser así, ya han comenzado a ganarse nuestro favor.
La naturalidad debe ir acompañada de la espontaneidad.Utilice su propio estilo, el que utiliza en una
conversación privada al hablar con su familia, amigos, compañeros, etc., y
luego intente dominar la situación con sus habilidades, pero aquellas que ya
tiene interiorizadas y domina, y no quiera practicar en el escenario.
Una técnica para mostrar esa naturalidad es hablar de nuestras
propias experiencias, y de nuestras anécdotas.Si es pertinente alguna nota de humor, digamos alguna que haga referencia
a nosotros mismos y riámonos de nosotros y no de otras personas o
situaciones.Pero hemos de tener cuidado
al hablar de nosotros mismos, porque tenemos la costumbre de repetir, yo, yo,
yo, y más yo.Borremos todos los yos de
nuestro discurso.
Por último, si comportarse con naturalidad es ser uno mismo, seamos
nosotros mismos y al hablar a nuestro público pensemos que estamos hablando a
unos amigos, y contemos las cosas como se las contaríamos a ellos.Seamos auténticos.
“Entre dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la más elemental; entre dos expresiones, la más breve.”
Eugeni D’Ors (escritor, ensayista, periodista, filósofo y crítico de arte español, 1882-1954)
Una vez superado el miedo inicial, nos quedarán dos cuestiones que resolver, la primera será la naturalidad, el ser nosotros mismos; y la segunda será la brevedad, que es el tema del que vamos a hablar hoy.
Hablar en público, una vez superadas las barreras iniciales, puede convertirse en una adicción. Te encuentras a gusto, ves que el público te escucha y quieres mantener esa sensación alargando tu mensaje. Hay estadistas que han superado con creces las ocho horas en sus discursos, como Fidel Castro. La verdad es que a mí se me hace muy duro prestar atención durante más de una hora, aunque el tema me resulte muy interesante, y sería un suplicio si no lo fuera.
Sin embargo deberemos ser breves. Algunos pensarán que lo que ha escrito no se puede resumir porque le quitaría la esencia. Sin embargo, y los periodistas lo saben muy bien, todo se puede resumir todavía más. Los anuncios de la TV, por ejemplo, nos cuentan historias completas en menos de un minuto. Se trata de un ejercicio que requiere mucho esfuerzo para poder elegir las palabras apropiadas.
Hay quien pensará que bastará con ir más rápido. Esto mismo le pasaba a D. Manuel Fragaen muchos de sus discursos frente a D. Felipe González. Fraga era una persona con una gran capacidad intelectual y rapidez de ideas, mucho más que la velocidad de sus palabras. Intentaba resolverlo aumentando la velocidad de sus palabras y bajando la intensidad de la voz para compensar, y la consecuencia era que se le entendía muy mal.
Tómelo como una regla de oro, sea breve. Más que breve, sea muy breve. El diccionario de la Real Academia Española, define breve como: “De corta extensión o duración.”, pero para nuestro caso no significará hablar poco, sino ajustarnos al mensaje no introduciendo frases innecesarias. Si hemos preparado nuestro discurso para un tiempo determinado y hemos ajustado nuestras ideas a ese tiempo, cumpla su objetivo dígalo en ese tiempo, y no le importe terminar antes.
El tiempo normal de una conferencia es de una hora. Nunca debe agotar este tiempo, y si ve que su público se está aburriendo, no alargue su agonía, pues su cansancio jugará en su contra. Recuerdo que un amigo político, como no tenía tiempo para poder reunirnos, me pidió que le diese unas pequeñas pautas por escrito, y se las di. Brevedad, brevedad y brevedad. Y acompañé algunos consejos más. Cuando fui a verlo al mitin que tenía que dar, vi que había seguido parte de mis consejos, y tan a gusto estaba él en el escenario, y veía al público que también estaba entregado, que decidió seguir y alargar innecesariamente su charla. Al final, el público casi le empezó a pedir que finalizase, y terminó cansándolo. Por el contrario, si hubiese acabado cuando tenía previsto, hubiese sido un éxito. Se olvidó de mis primeros tres consejos: brevedad, brevedad y brevedad.
Roosevelt en su Autobiografía decía: “No hables hasta que estés seguro de tienes algo que decir, y que sepas qué es lo que es, y luego siéntate.” Miguel de Cervantes también lo había explicado en Persiles y Segismunda: “No hay razonamiento que, aunque sea bueno, siendo largo lo parezca.”. Horacio también lo aconsejaba: “Sé breve en tus preceptos para que el ánimo los coja prontamente y los retengan con facilidad.”.
La brevedad es mas costosa, exige precisión y para ello hay que emplear más tiempo en la preparación, sobre todo en la selección de ideas y palabras. Winston Churchill lo explicaba perfectamente: “Si tengo que dirigir un discurso de dos horas, empleo diez minutos en su preparación. Si se trata de un discurso de diez minutos, entonces me lleva dos horas…”.
Si alguna vez les parece que no pueden ser mas breves, y que son incapaces de resumir lo que han escrito, recuerden el escueto informe que Julio César presentó al Senado a su regreso de la campaña contra el rey Ponto: “Veni, vidi, vici” (Llegué, vi y vencí). Ese sí que fue un buen resumen, y seguro que no aburrió.
“Suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan.”
Voltaire (François Marie Arouet, escritor, historiador, filósofo y abogado francés, 1694-1778)
Cuando estamos dispuestos a dar un discurso, hay dos cuestiones esenciales y previas que debemos tener en cuenta: Debemos dominar el tema mucho más allá de los conocimientos para dar el discurso, de tal forma que lo que vayamos a decir suponga solamente una pequeña parte, y que detrás haya una serie de conocimientos que lo sustenten; y esos conocimientos deben estar al día, pues seguro que entre nuestra audiencia habrá alguien que si los tenga actualizados.
Pero no es solo a esa preparación a la que me quería referir con el enunciado, sino a toda la preparación logística que conduzca a que nuestro discurso llegue a buen puerto.
Enumeraremos todas aquellas cuestiones que entiendo son fundamentales:
Tenga la sala adecuada.- Debe procurar tener la sala adecuada a la cantidad de público que vaya a tener y a las herramientas que vaya a utilizar en su presentación.
Viajes y alojamiento.- Si tiene que viajar para dar el discurso, debe planificar con antelación el viaje para que pueda estar con suficiente tiempo. Prevea cualquier eventualidad y planifique transportes alternativos. Debe llegar a la sala con tiempo suficiente para poder relajarse antes de su charla, y también para poder realizar las comprobaciones de rigor.
Compruebe que todo el material necesario se encuentra en la sala.- Repase que todo el material que va a utilizar está a su disposición y funciona correctamente.
Comprobaciones previas de sonido y luz.- Antes del comienzo de la discurso, todo el equipo técnico que vayamos a utilizar debe estar ajustado y comprobado. Tenga bombillas adicionales. Molesta mucho al público que lleguen al lugar y todavía se estén dando golpecitos al micrófono, o repitiendo 1, 2, 3, 4, probando. Las comprobaciones deben haberse realizado antes de que llegue nuestro público.
Tenga claros los objetivos.- Conocemos la finalidad, pero el qué y cómo, es lo que tenemos que definir. Que es lo que queremos dar a conocer, y qué técnicas y habilidades utilizaremos para ello.
Conozca a la audiencia.- Será fundamental que conozcamos a nuestro público. En algunos casos, al tratarse de una presentación o discurso para un público definido, podremos conocer previamente la edad, la profesión, y otros datos que nos puedan ser relevantes. En otros casos, cuando se trate de una presentación o discurso pública, y no sepamos quien va a acudir, tendremos que hacer una estimación y enterarnos de que tipo de personas suelen acudir en esa sala o en la empresa organizadora.
Desarrolle ejemplos adecuados.- El público agradece que se le pongan ejemplos, por lo que hemos de tener preparados varios, pero los ejemplos o anécdotas que utilicemos deben conectar con nuestros mensajes y con las necesidades y con las realidades de los participantes. Tienen que ser ejemplos que guarden relación con el tema y el punto que estamos explicando, y que de alguna forma puedan conectar con nuestro público.
Controle las interrupciones.- Debemos asegurarnos que todo el personal implicado en la organización esté informado de los descansos que se van a realizar, y que cualquier mensaje importante se lo hagan llegar en el descanso. Al comenzar deberemos indicar la necesidad de apagar o silenciar todos los móviles, por lo que les recomiendo que delante de todos lo haga usted primero y en ese momento lo solicite.
Debe recordar que como orador es usted, y solo usted, el único responsable del éxito o fracaso de su charla, por lo que debe supervisar personalmente todo lo relacionado con la discurso. Aunque la organización sea externa, su obligación será realizar las comprobaciones o supervisar que se hayan realizado.
“La gente que sale adelante no es necesariamente la más inteligente, sino la que tiene un mejor conocimiento de la influencia que ejerce sobre los demás y no teme ponerla en práctica. Mientras que sus rivales hablan y hablan, los ganadores ya se han puesto en marcha.”
M.H. McCormack, The 110% Solution (escritor americano, abogado y agente deportivo, 1930-2003)
Solo el hecho de saber que tenemos que afrontar una entrevista de trabajo hace que nos suden las manos y se nos acelere el pulso. Se trata de una situación estresante en la que nos vamos a encontrar solos, y toda nuestra carrera profesional, y nuestra vida, van a depender del resultado esa entrevista.
Y sin embargo, no hacemos nada. Esperamos a que las cosas sucedan, a que nos llamen y nos digan el lugar y hora de la entrevista, a que nos pregunten para poder responder, etc. Pensamos que esto tiene que ser así, y como ocurre en un examen, el profesor pregunta y nosotros respondemos. Adoptamos un rol pasivo, cuando en realidad es el momento de cambiar de actitud y tomar las riendas de nuestra vida siendo proactivos. Ese simple cambio de actitud nos dará seguridad y afrontaremos la entrevista de trabajo desde otra perspectiva.
Por regla general, ni en la Escuela ni en la Universidad dentro de nuestros estudios reglados nos enseñan a como comunicarnos, a como negociar, a como hablar en público, a como ser un líder, etc. Es cuando realizamos un estudio de postgrado, un Máster, cuando comenzamos a aprender otras habilidades, otras técnicas mas prácticas y que son las que de verdad nos van a abrir las puertas de los trabajos, o las de nuestro ascenso profesional.
La más importante, porque es el motor y el denominador común del resto de habilidades, es la Comunicación, como capacidad de relacionarse con los demás y expresarse a través del lenguaje hablado, de los gestos, de nuestro cuerpo, y del lenguaje escrito. Debe aprender las claves de la comunicación para sacar el máximo rendimiento a esta entrevista de trabajo que tanto le preocupa y que es decisiva para usted.
El psicólogo y profesor emérito de UCLA Albert Mehrabian, dice que dentro del proceso de comunicación solo el 7% de la información se atribuye a las palabras, al lenguaje verbal. El lenguaje no verbal supone el 93% restante, y se reparte entre: el 38% a la voz, y el 55% al lenguaje corporal.
Entonces, deberemos cuidar no solo lo que hemos de decir, sino como lo estamos diciendo. Nos comunicamos con todo el cuerpo, y nuestro entrevistador va a saber reconocer nuestro lenguaje corporal, y si entra en contradicción con nuestro lenguaje verbal.
Lo primero que hemos de tener en cuenta es que vamos a tener una única oportunidad de causar la “primera impresión”. Y en ello va a tener una influencia decisiva la primera toma de contacto y el primer minuto de nuestra interacción. Las personas tenemos la costumbre de etiquetarlo todo, de clasificarlo, e inconscientemente también lo hacemos con otras personas, y para ello utilizamos ese primer minuto.
A todos nos ha pasado alguna vez, que nos han presentado a otra persona y sin saber muy bien por qué, nos ha dado mala impresión y decimos que nos ha caído mal. Muchas veces no sabemos muy bien cuál es el motivo o motivos de ello, pero nos cae mal. Posteriormente, si tenemos oportunidad de conocer más a fondo a esa persona, a la cual ya hemos etiquetado, podremos confirmar nuestra primera impresión, o bien, modificar nuestro criterio con respecto a ella.
La primera impresión puede suponer un obstáculo en nuestra entrevista de trabajo, y hacer que antes de comenzar la entrevista propiamente dicha se nos haya descartado. O bien, puede ocurrir todo lo contrario, que esa primera impresión sea tan buena, que otros aspectos profesionales, a priori más importantes, pasen a un segundo plano y se nos tenga en cuenta.
Algunos aspectos logísticos van a tener importancia también, por ejemplo hemos de llegar a tiempo, pues el entrevistador seguro que tiene una agenda muy apretada y no seremos los únicos. Si llegamos tarde estaremos demostrando una falta de respeto y daremos una imagen de persona poco responsable. Y además, dispondremos de menos tiempo para nuestra entrevista. Asegúrese de conocer el lugar y procure hacer el recorrido antes y a la misma hora, para calcular el tiempo que le va a costar llegar, y procure llegar con tiempo.
Hemos de “tener presencia”. De la misma forma que un artista o un crítico de arte reconoce la presencia de un cuadro en una sala llena de cuadros, y que él entiende que es la capacidad de ese cuadro de llamar la atención hacia él, nosotros hemos de mostrar esa presencia. No se trata solo del aspecto físico, sino de lo que proyectamos de nuestra personalidad. Deberemos habernos vestido de forma adecuada y pulcra para la ocasión. Deberemos caminar erguidos y mostrando seguridad en nuestros pasos.
La forma de acceder al recinto, pues ya se nos está observando, y la forma de dar la mano va a ser el inicio del contacto con nuestro entrevistador. Mostremos en todo momento seguridad y confianza en nosotros mismos. Esperemos a que nos ofrezcan la mano y démosla con firmeza sin apretar demasiado, bastará un ligero apretón. Evitemos esas manos frías, húmedas y escurridizas que hacen que parezca que estamos cogiendo una anguila con la mano.
En los negocios siempre de usted. En nuestra comunicación con nuestra familia, amigos, profesores, y con todo el mundo, siempre nos hemos tuteado, y quizá no hayamos tenido la oportunidad de utilizar el usted. Pues bien, cuando se presente siempre debe tratar a su entrevistador de usted. Practíquelo, porque es muy importante. No debe abandonar el usted, salvo que su interlocutor así se lo indique, y aunque sea amable y le de confianza, no se la tome y piense que quizá está probando hasta que punto usted sabe tomarse confianzas y cuando debe parar. Así que sea precavido, mantenga la tensión, y piense lo que se está jugando.
No olvide los nombres. Muchas veces nos ocurre que nos olvidamos del nombre de quien nos están presentando en ese mismo momento, y esto es debido a que no estamos prestando atención. Esto no nos puede ocurrir en una entrevista, independientemente del tuteo o del usted, debemos llamar por su nombre de pila o por su apellido, según se nos presente, a quien nos está entrevistando. Queda muy mal que después de que le hayan presentado a una persona le diga: “perdone, como ha dicho que se llamaba…”. Bastará que cuando esté dando la mano, y mientras se le presenta el entrevistador, repita su nombre en voz alta, simplemente diciendo: “Encantado Sr. (Apellido).”, ó “Es un placer (Nombre).”
En todo momento, mientras esté hablando con el entrevistador, debe mirarle a los ojos. Si se trata de varios entrevistadores, debe ir cambiando la mirada entre ellos, y si se dirige a uno solo, debe mirarle únicamente a él. Es la forma de conectar con nuestros interlocutores. Esa mirada no debe ser una mirada incisiva o analítica, sino simplemente para reforzar lo que estamos diciendo. Y además, debe ir acompañada de una sonrisa.
Hemos de practicar nuestra presentación. Dado que es el momento más importante, pues influirá en esa primera impresión, además de decir el nombre, hemos de tener preparadas varias contestaciones sobre nosotros mismos, y utilizar la que en cada momento creamos es la más apropiada.
Hemos de saber que las entrevistas son algo que se puede predecir y por tanto se pueden controlar. Hemos de investigar sobre la empresa y el puesto a los que nos presentamos. Prepárese las preguntas que le pueden realizar y contéstalas de la forma más adecuada, intentando proyectar una imagen positiva de si mismo, e intentando cambiar el tono y la entonación para no parecer monótono. Es posible que le pregunten de forma diferente lo mismo, a lo que debe contestar aportando más información. Practique las respuestas frente al espejo y con otra persona para que le comente su impresión, e incluso puede grabarlas y verse a sí mismo.
No se trata de engañar sobre las respuestas, todo lo contrario, debemos ser veraces en todo momento. De lo que se trata es de preparar la prueba para eliminar la ansiedad, el miedo y el error.
Nunca de voluntariamente ninguna información negativa sobre usted mismo. Si le preguntan sobre errores pasados, puntos débiles o cualquier información negativa, ponga el ejemplo menos comprometido y automáticamente apunte la solución que dio para corregirlo. Todos nos equivocamos, así que si dice que no se ha equivocado nunca, estará mintiendo. Preste atención a los detalles para saber lo que el entrevistador está preguntando y dígalo. El entrevistador querrá saber los hechos y experiencias reales, no lo defraude.
El candidato ideal para el entrevistador será: maduro y responsable, competente, formado y con experiencia, con alta capacidad de comunicación, emprendedor, capaz de trabajar solo y en equipo, leal, física e intelectualmente sano, que se pueda trabajar a gusto con él, de integridad moral y ética, y automotivado. No intente ser otra persona, sea usted mismo, pero resalte aquellas facetas de usted que sean importantes para el puesto y para la empresa.
Hay tres tipos básicos de personas: las que consiguen que las cosas pasen, las que observan lo que pasa y las que se preguntan que es lo que pasa. Sea usted de los primeros, y convierta su entrevista de trabajo en una oportunidad para cambiar su vida. Suerte.
“El silencio es uno de los argumentos más difíciles de refutar.” Josh Billings (humorista estadounidense, 1842-1914)
Quizá uno de los recursos más poderosos del lenguaje, tanto como la palabra, es el silencio. Mucho han escrito los filósofos acerca de él. Su poder radica no solo en el tremendo vacio que provoca y que incita a pensar, sino en el uso que se dé de él cuando acompañe a la palabra, y en su apoyo en la dramatización.
El profesor Vallejo-Nájera daba los siguientes consejos dirigidos a los conferenciantes: “Diga menos cosas, elíjalas bien, y busque énfasis y rotundidad. El uso bien planeado de las pausas facilita el ritmo, quita monotonía, da tiempo para consultar de reojo el guión y estimula la curiosidad de los oyentes. Cronometre la duración de su discurso y haga pruebas a diferente ritmo, prolongando y acortando las pausas.”
El uso correcto del silencio no implica que no se hable, sino en decir las cosas a su tiempo y en callar cuando sea necesario. No hay unas reglas específicas que nos indiquen cuando hemos de realizar las pausas, mas bien van a depender del sentido que se le quiera dotar a la frase, de cómo queramos que influya en nuestro público, o como se encuentre éste de involucrado o de afectado por lo que estamos diciendo, del sentimiento que se le quiera dar en ese momento, del contexto, etc.
Normalmente usamos el silencio mediante las pausas para proporcionar énfasis, atraer la atención, despertar la expectación, y sobre todo para reducir la monotonía.
Quiero acompañaros a continuación un texto del libro “Si je mens” de Françoise Giroud, en el que se plasma el verdadero poder del silencio:
Cuando Chamberlain comprendió que no era el Primer Ministro capaz de liderar a Inglaterra, eligió el mismo, como era costumbre en el partido conservador inglés, a Lord Halifax como su sucesor.
Sin embargo, para dar la máxima eficacia al gobierno, quería que Churchill también formara parte de ese gabinete.
Le convocó a una reunión y le dijo: “Halifax es el más adecuado, pero también le necesitamos a usted. ¿Acepta ser el número dos?”
Churchill por patriotismo, por deber, le contestó afirmativamente.
Unas horas después, Lord Beaverbrook, el magnate de la prensa inglesa se pone en contacto con Churchill.
- “¿Parece ser que usted ha aceptado que Lord Halifax sea el Primer Ministro?
¡No es posible!”.
Churchill responde que se trata de un asunto de Estado y que debe sacrificar sus ambiciones personales por un interés superior.
Beaverbrook no se conforma. Churchill le hace ver que comparte su opinión pero no puede actuar de otra manera.
Beaverbrook insiste: “Es un crimen contra la nación. Solo usted puede movilizar a Gran Bretaña”.
- “He dado mi palabra y la mantendré”.
Entonces, Lord Beaverbrook, ante la firmeza de Churchill, le dice:
“Solo le pido una cosa. Cuando Chamberlain le convoque con Halifax y le pida que confirme su aceptación, quédese callado tres minutos. Tres verdaderos minutos sin contestar. Ciento ochenta segundos antes de decir que sí”.
Churchill no comprende bien esta propuesta de Beaverbrook, pero como es su amigo y le estima, le promete que así lo hará.
Al día siguiente, Churchill y Halifax acuden al despacho de Chamberlain en Downing Street.
Chamberlain se dirige a Churchill: “¿Quiere usted confirmar a Lord Halifax que acepta formar parte de su gabinete?”… Churchill se queda callado. Pasa un minuto. Churchill ni se inmuta ante la cara de asombro de Halifax y la insistencia de Chamberlain.
Un minuto y medio, sigue callado. Halifax enrojece, le tiembla el pulso.
Antes de que hayan pasado los tres minutos, Lord Halifax dice:
“Yo creo que Winston Churchill debe ser el Primer Ministro”.
Lo menos que puede decirse es que estos tres minutos han jugado un papel decisivo en la historia de la Segunda Guerra Mundial.
“Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida.”
Mario Benedetti (escritor y poeta uruguayo, 1920-2009)
Cuando hablábamos de la Apertura, indicábamos que debía ser impactante y que ayudaría a generar esa “primera impresión”, pues bien, en el Cierre de nuestra presentación deberemos a reforzar esa impresión, colaborando a que sea duradera y positiva.
Con la preparación del Cuerpo dijimos que no debía perderse de vista la finalidad, pues bien, es ahora cuando debemos dar nuestra rúbrica a esa finalidad, haciendo que todas las historias que hayamos contado confluyan en un mismo punto y nos lleven a todos a una misma conclusión.
Tal y como hicimos con la Apertura, el Cierre también debe estar muy bien preparado y en él hemos de poner mucha atención. Si tuviéramos que indicar porcentualmente cual es el tiempo que debemos dedicar a cada una de las tres partes de nuestro discurso, probablemente y de forma aproximada habríamos de indicar que tres partes iguales sería lo apropiado, siendo para cada parte el 33%. De esta forma, la Apertura y el Cierre supondrán el 66%, el doble del tiempo que empleemos para el Cuerpo de la presentación.
Os propondré algunas ideas para realizar el cierre:
Citas inspiradoras.- Alguna cita de algún personaje famoso que inspire y que resuma el sentido o la finalidad que hemos querido transmitir. Pondremos dos ejemplos: “Las voluntades débiles se traducen en discursos, las fuertes, en actos.” Gustavo le Bon (psicólogo francés, 1841-1931) “Debemos obrar como hombres de pensamiento, debemos pensar como hombres de acción.” Henri Bergson (filósofo francés, 1859-1941)
Resumen.- No se trata de repasar todo lo dicho, sino de forma escueta reafirmar los puntos esenciales, sin olvidar que debemos culminar en la finalidad.
Impulsar a la acción.- Todo lo que hemos dicho termina con la finalidad, y ésta nos conduce a hacer algo. Realicemos la proposición mediante una acción concreta sin que esta proposición llegue a las diez palabras, y digamos también el beneficio que se obtendrá en menos de seis palabras. Ejemplos: "Si estudia este curso, obtendrá un empleo. " "Fumar, mata. "
Pronunciar unas palabras de agradecimiento.- Siempre es un buen recurso que podemos utilizar después de exponer la finalidad y antes de buscar el aplauso.
Apelar a los sentimientos.- Podremos leer una poesía, o exponer un fin que intrínsecamente beneficie a todos o a cada uno de nuestros oyentes. Ejemplos: "De esta forma conseguiremos que nuestros hijos sean más felices." "Necesitamos vuestro apoyo para conseguir un mundo mejor."
Cuando vamos a un concierto, el final siempre es una canción especialmente querida por el público. Jamás se les ocurriría poner una canción inédita. El motivo es buscar un buen recuerdo y que sea duradero en el tiempo.
Si estamos viendo unos fuegos artificiales, sabemos que al final viene lo apoteósico, la traca final.
Nadie se irá hasta que no termine.
Ese es el efecto que debemos provocar en nuestros oyentes, y eso es lo que esperan de nosotros, que el final cubra sus expectativas y que lo demos todo.
Para finalizar, quiero acompañaros el final de dos discursos. El primero corresponde a Bill Clinton, que con motivo del octogésimo sexto santo sínodo de la Iglesia de Dios en Cristo, pronunció en Memphis, Tenessee, el 12 de noviembre de 1993, y cuyo título era “Que nuestra nación vuelva a ser un todo”.
“Daremos a estos niños un futuro. Les quitaremos las armas y les daremos libros. Les quitaremos la desesperación y les daremos esperanza. Reconstruiremos las familias, los barrios y las comunidades. No haremos que todo el trabajo que se ha hecho aquí beneficie sólo a unos pocos. Lo haremos juntos con la gracia de Dios.”.
El segundo final corresponde a Adolfo Suarez, al anuncio de su dimisión como Presidente del Gobierno, y que retransmitió TVE el 29 de enero de 1981.
“Deseo para España, y para todos y cada uno de ustedes y de sus familias, un futuro de paz y bienestar. Ésta ha sido la única justificación de mi gestión política y va a seguir siendo la razón fundamental de mi vida. Les doy las gracias por su sacrificio, por su colaboración y por las reiteradas pruebas de confianza que me han otorgado. Quise corresponder a ellas con entrega absoluta a mi trabajo y con dedicación, abnegación y generosidad. Les prometo que donde quiera que esté me mantendré identificado con sus aspiraciones. Que estaré siempre a su lado y que trataré, en la medida de mis fuerzas, de mantenerme en la misma línea y con el mismo espíritu de trabajo.
Muchas gracias a todos y por todo.”
“Si tengo que pronunciar un discurso de dos horas, empleo diez minutos en su preparación.
Si se trata de un discurso de diez minutos, entonces tardo unas dos horas en prepararlo.”
Winston Churchill (político británico, 1874-1965)
Antes de comenzar a diseñar el cuerpo de nuestra presentación, hemos de tener muy claro cuál va a ser su finalidad. Si será para informar sobre algo, para convencer sobre un asunto determinado, si vamos a pedir algo a nuestra audiencia, etc. La finalidad debe marcar nuestra guía de actuación y no debe perderse de vista en ningún momento.
Así como el objetivo primordial de la apertura era atraer la atención del auditorio, en el cuerpo de nuestro discurso deberemos buscar la involucración de nuestros oyentes. Ellos viven en un mundo aparte del nuestro, con sus propios problemas, sus propias vidas, y pueden pensar: bueno lo que me están contando está bien, pero ¿qué me importa a mí esto? Ese será nuestro objetivo, hemos de dar respuesta a esta pregunta y hacer que lo “mío” pase a ser lo “nuestro”.
Hemos de exponer nuestros argumentos de forma que apoyen nuestro criterio sobre el tema tratado, y no deberemos aportar en ellos más de tres evidencias. Muchas veces, los oradores se pierden en un sinfín de datos y argumentos que al final cuestionan la propia tesis del orador. Con tres evidencias será suficiente, no cansaremos a nuestra audiencia, y utilizaremos de forma eficaz el tiempo.
En cambio, no nos hemos de cansar de utilizar ejemplos. Cuando hayamos presentado nuestra idea clave, no hemos de aclararla con otras palabras, sino con ejemplos. Al público le enfada el escuchar lo mismo varias veces y con distintas palabras, piensa que se le está tomando por tonto, en cambio le encanta que se le pongan ejemplos. Además, desean que se utilicen ejemplos corrientes, que sean verosímiles, y que tengan relación con lo que se está contando.
En cuanto a los ejemplos, deberemos tener preparados una lista de ejemplos para ser utilizada. Hay seis tipos de ejemplos que podemos utilizar:
Los preferidos son aquellos que tienen un origen histórico.
También interesan mucho los que se refieren a personajes famosos (citas, anécdotas, etc.).
Los que animan con nueva fuerza determinados acontecimientos históricos.
Ejemplos que se basan en analogías representativas.
Ejemplos que permiten traducir datos estadísticos en imágenes impactantes.
Ejemplos mezclados con ilustraciones visuales.
Hay que introducir aspectos que provoquen la curiosidad en nuestros oyentes. Deben querer continuar escuchándonos hasta el final, de la misma forma que cuando estamos leyendo un libro y se ha hecho tarde, debemos abandonar la lectura, pero nos resistimos a ello porque queremos seguir leyendo un poco más. Hay que incitar a nuestros oyentes a querer seguir escuchándonos, por ello lo que estemos contando debe provocar su interés y curiosidad.
Hemos de introducir también cuestiones de interés humano y de humor para que nuestra exposición sea dinámica y diversa. El humor romperá con la monotonía del discurso. La gente está dispuesta siempre a aprender nuevas cosas, pero odia el aburrimiento, y un toque de humor provocará un cambio en el estado de ánimo. De todas formas, hay que tener mucho cuidado con el humor ya que puede encerrar muchos aspectos peligrosos, por lo que deberemos tener cuidado. El humor deberá seguir estas reglas:
Que sean pertinentes al tema.
Que el paso del contexto de la conferencia a la nota de humor sea casual.
Que el regreso al hilo de la conferencia se haga con naturalidad.
Compruebe que las transiciones entre los diferentes puntos que va a exponer, siguen un orden coherente y comprensible. Si es necesario, deberá repetir los puntos a mitad del cuerpo, como refuerzo, ya que sus oyentes no releen y debe ser Ud. quien realice el refuerzo de lo dicho.
Nos vamos a encontrar gente escéptica que se pregunte por qué tiene que creerle, y que se cuestione quién además de nosotros apoya nuestra teoría, o en qué datos se basan las informaciones que presentamos. Es una cuestión que debemos tomar con naturalidad y que se deben disipar de forma inmediata, aportando los datos exactos y las fuentes en las que se basan nuestra presentación y nuestro criterio.
La construcción del cuerpo no debería rebasar los seis puntos como máximo, y mas del 50% de de nuestra presentación debe consistir en la presentación de las evidencias. Y esas evidencias deben ser las más adecuadas al tema que exponemos y al auditorio que lo va a escuchar.
Si queremos convencer de nuestros argumentos hay que recordar un aforismo jurídico: “Recordaremos que no basta con tener razón, hemos de demostrar que la tenemos y conseguir que nos la den.”
Una vez hemos realizado la presentación del Cuerpo de nuestra exposición quedará pendiente únicamente realizar el Cierre que provoque una impresión duradera y positiva, que tenga un impacto motivacional y provoque el aplauso.
“Finis coronat opus” (El fin corona la obra)
Expresión latina
“El que ha comenzado bien, está a mitad de la obra.” Horacio (poeta romano – 65 a.C. al 8 a.C.)
“El inicio es la parte más importante del trabajo.” Platón (filosofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles – 428 a.C. al 347 a.C.)
Cuando vayamos a comenzar a hablar, primero hemos de esperar a que se haga un silencio absoluto. Normalmente se nos presentará, y en caso contrario deberemos hacerlo nosotros mismos, pero de cualquier forma y antes de decir una sola palabra, hemos de procurar que no exista ningún elemento que pueda distraer o desviar la atención de nosotros. Tres o cuatro segundos de silencio absoluto bastará.
Ya hemos hablado en otro artículo anterior de “tener presencia”, así que no hemos de olvidar que la forma de acceder y de permanecer en el estrado, debe manifestar nuestra seguridad en nosotros mismos y generar confianza.
Se nos va a evaluar en todo momento y esa evaluación generará la “primera impresión”. Seremos etiquetados por la imagen que transmitamos, y solo tendremos una única oportunidad para dar esa primera impresión, así que aprovechémosla.
Antes de comenzar, si se nos ha presentado podemos añadir algún detalle que consideremos relevante, y aprovechar la oportunidad para ser humildes con los halagos que nos hayan hecho.
Si no se nos ha presentado, será el momento de hacerlo. Pensemos en los datos que le interesa a nuestro público, seamos sinceros y humildes, y no empleemos más de un minuto en ello. Y posteriormente dejemos otros dos segundos de silencio absoluto antes de comenzar con la apertura.
La apertura no forma parte del cuerpo de la presentación y hay que planificarla después de que éste haya sido debidamente estructurado.
Una apertura bien planificada ayuda a aumentar la seguridad en uno mismo y establece de forma rápida un vínculo positivo entre el orador y su auditorio. Nunca lo considere un trámite, y dedíquele una especial atención, y medite mucho lo que va a decir y como lo va a decir. Tenga preparadas distintas alternativas y al final decida por aquella que considera más original y creativa, y que se adecúe a la situación.
El propósito de la apertura de cualquier presentación es diferente e independiente del Cuerpo de la misma, pues su objeto será el de atraer favorablemente la atención del auditorio hacia el orador. Conseguir que este auditorio olvide lo que se haya dicho anteriormente y abandone sus pensamientos fijando su atención positiva en el orador, en nosotros.
La apertura será el momento para llamar la atención, será el momento de incitar a la curiosidad, será el momento de comentar un hecho escandaloso, de realizar una afirmación que involucre al oyente, y que incluso consolide el mutuo interés entre nosotros y nuestros oyentes.
Los primeros minutos de una presentación son cruciales para asegurar el éxito de lo que se va a decir.
Debemos colocarnos ambos, la audiencia y nosotros mismos, en un primer plano en el que estamos unidos. Debemos evitar el “yo” que nos dejará en una situación de soledad ante nuestros oyentes, y puede que también los situé en una posición contraria a la nuestra. Cambiemos el “yo” por el “nosotros”.
Una vez realizada esa apertura impactante para llamar la atención, inmediatamente hemos de explicar nuestro criterio, nuestro punto de vista en cuanto al tema tratado, y aportar nuestra experiencia personal y la relevancia de la misma en cuanto al tema abordado.
A estas alturas el auditorio ya debe estar interesado, por lo que será el momento de conducirles, consolidando su interés, a medida que se profundice en el tema. Será el momento de comenzar con el “Cuerpo”.
Acabaré con una cita de Greville Janner: “El velocista que hace una mala salida difícilmente puede llegar el primero a la meta”.
“Un discurso puede ser aceptable, aun siendo floja su parte central, si tiene un buen principio y un buen final.”
Dr. Alfred Bierach
La retórica tiene su origen en la Grecia clásica, y se entendía como la técnica para poder expresarse de una manera adecuada y poder persuadir al oyente. Esta técnica se ocupaba de estudiar no solo el lenguaje desde el aspecto de comunicación, sino del poder del mismo para conseguir determinados objetivos.
Aunque, tanto los griegos como posteriormente los romanos, tenían varias partes diferentes a la hora de estructurar los discursos, pues empleaban entre 4 ó 6 partes, ha habido tres partes que
siempre, a lo largo de los años, han permanecido invariables, y son las que vamos a utilizar en nuestro objetivo de crear discursos efectivos: la Apertura (Exordio), el Cuerpo (Narratio) y el Cierre (Peroratio).
Víctor Murdock (1871-1945), periodista y congresista de los Estados Unidos, con respecto a los discursos dijo: “Haced un buen principio y un buen final y en medio poned lo que os agrade.”
Esta misma estructura la siguen los libros, las películas, las obras de teatro, los anuncios, etc. Quien nos quiera contar una historia, salvo que sea muy breve, primero debe captar la atención y el interés de sus oyentes; y una vez enganchados debe contar la historia de forma estructurada, y si tiene esta estructura diferentes partes, las mismas deberán ir enlazadas con un hilo conductor; y para terminar deberá realizar un cierre que resuma el mensaje que quiere trasladar.
Un escritor los denominaría “Introducción, nudo y desenlace”. Al final se trata de la misma estructura aplicada a diferentes artes, y cuyo objetivo siempre es el mismo, explicar de la forma más comprensible y amena para el lector (en este caso), provocando su interés al principio, con el objeto de que continúe leyendo buscando un desenlace.
Cada una de estas partes requiere de una atención específica, que iré desarrollando en posteriores días con más amplitud, pero ahora daré unas pinceladas de forma general para que se entienda esta estructura.
La Apertura, tiene como objetivo captar la atención de nuestros oyentes y crear una primera impresión favorable, y para eso disponemos de los primeros minutos. Quizá quien mejor nos puede definir como debemos realizar la apertura es el propio Cicerón en la siguiente cita: “El exordio debe ser muy cuidado, ingenioso, pleno de contenido, de expresiones ajustadas y, sobre todo, bien adaptado a la causa que defendemos, el exordio es el que da una idea del resto del discurso y el que le sirve de recomendación, es pues preciso que cautive en el acto a los oyentes”.
El Cuerpo, debe contener el objetivo de nuestra presentación. El objetivo podrá ser formar, informar, convencer, vender, etc. Deberemos presentarlo de una forma estructurada y ordenada de forma que sea comprensible para el oyente. No sería correcto el realizar la presentación dando saltos y volviendo atrás, pues podríamos hacer que los oyentes perdiesen el hilo, o en el mejor de los casos que fuese muy dificultosa la comprensión y el seguimiento del hilo conductor.
El Cierre, debe provocar una impresión positiva y duradera, y en él debemos resumir la finalidad de nuestra charla. Se trata de culminar nuestra presentación, dándole un final que recuerden y que provoque el aplauso.
Lutero dijo: “Entra con brío, abre la boca y termina pronto”. La característica específica que debe acompañar a todas nuestras charlas debe ser la “brevedad”. Brevedad, entendida no como el menor uso posible del tiempo, sino para ajustar adecuadamente el tiempo al contenido de lo que se va a exponer.
Estructure adecuadamente su mensaje. Defina y separe bien las tres partes. Comience de forma impactante, exponga ordenadamente y cierre de forma brillante, y sobre todo sea breve. Esto le garantizará el éxito y el aplauso.
“Solo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar.”
Paulo Coelho
Mi peor pesadilla es ir paseando por una calle céntrica y muy transitada, con terrazas llenas de gente y disfrutando de un día de verano, y en un momento determinado tropiezo, me caigo, y todo el mundo se vuelve a mirarme. Y pienso, ¡tierra trágame!
Algo así es lo que le sucede a mucha gente cuando tiene que enfrentarse a un auditorio lleno de gente, antes de hablar en público. Pero no crean que pasa en este caso solamente, también les ocurre a los actores cuando suben al escenario, y también a los músicos. Es una situación de incertidumbre que te puede llevar en el peor de los casos a la paralización.
Recuerdo hace algún tiempo, viendo las noticias en un canal de la TV española, que conectaron con un reportero que estaba cubriendo la noticia, y de repente no pudo articular ni una sola palabra, su cara era de sufrimiento y de terror, y a los pocos segundos dándose cuenta de esta situación volvieron a conectar con la central, y continuaron con las noticias. Nunca más volví a ver a este reportero.
Se trata de una situación real que nos puede ocurrir, y que puede afectar tremendamente a nuestra presentación, a nuestra imagen, y a nuestro futuro. Por ese motivo, hemos de afrontar ese miedo, que puede llegar a convertirse en pánico, y superarlo con algunos consejos que os daré.
Para poder resolver cualquier cuestión, primero hemos de diagnosticar, de la misma forma que hacen los médicos antes de prescribir las recetas, cual puede ser el origen de esos miedos, y conociéndolo podremos enfocar nuestros esfuerzos para poder superarlo.
El miedo escénico, entre otros, se puede dar por los motivos que a continuación expongo, junto a la solución de los mismos:
Por no tener suficientemente preparado el tema.- En este caso debemos trabajar el tema, conocerlo, dominarlo y si hace falta tendremos que saberlo de memoria. Además, debemos haber preparado no solo lo que vamos a decir, sino también otro material complementario como apoyo a nuestra presentación.
Por no tener confianza en presentarlo correctamente.- Hemos de practicar nuestra presentación, ante el espejo y ante otras personas para que nos den su opinión. Cuanto más lo preparemos, más confianza iremos teniendo y a la hora de exponerlo mas naturalidad adquirirá.
Ajustar nuestro mensaje al tiempo que disponemos.- En algunas ocasiones queremos decir mucho y el tiempo es breve, y en otras el tiempo es demasiado extenso para lo que hemos de decir. Cuanto menos tiempo dispongamos para hablar, mas tiempo requerirá en la preparación para sintetizar las ideas. Pero el secreto será el mencionado en los dos primeros puntos, preparación del tema y de la presentación.
Temor a que se aburra el público.- Este punto requiere de más amplitud, y lo veremos cuando hablemos del mensaje, pero basta apuntar que hemos de preparar una presentación dinámica y presentarla con pasión. Dinámica en el sentido de que debe tener un inicio impactante y un buen final, deberá contener humor, sentimiento, debemos contar nuestras propias historias; y presentarla con pasión, cambiando el ritmo, incluyendo pausas, enfatizando la más importante, y sobre todo, siendo tu mismo.
Miedo a las criticas posteriores.- Cuando decimos aquello que conocemos y nos hemos preparado, exponiendo nuestro punto de vista en público, tenemos que aceptar el hecho de que no todos van a pensar como nosotros y aceptar su crítica. En cualquier caso, debemos estar dispuestos a escuchar otras opiniones, y a debatirlas, y en el peor de los casos a aceptar que podemos estar equivocados, pero que nuestras convicciones nos han llevado a tener una determinada postura y criterio en el punto en cuestión.
Dificultad para encontrar las palabras en la charla.- En mi época de estudiante, cuando tenía exámenes y me enfrentaba a la tarea de escribir frente a un papel en blanco, siempre me pasaba lo mismo, me quedaba yo también en blanco. Las primeras veces a punto estuve de marcharme, pero en las siguientes ocasiones sabía que en cuanto comenzase a escribir la primera idea, las siguientes fluirían una detrás de otra, y así ocurría. Si nos hemos preparado el tema y también hemos preparado a conciencia la presentación, será difícil que no nos vayan fluyendo las palabras, pero por si acaso, lleva un pequeño papel con los puntos que deseas tratar como apoyo.
Una cuestión que le va a ayudar mucho y a despejar su incertidumbre, será investigar sobre su público, quienes y cuántos son, que esperan de Ud., y cuanto conocen del tema del que va a hablar. Aproveche para aportar información que estime puede ser relevante y práctica para ese público en concreto. Adapte su discurso a esa audiencia.
No intente ser otra persona que la que es, imitando a otros conferenciantes, su público no querrá imitaciones, le quiere a Ud., por ello deberá ser usted mismo, y darlo todo. Quien le escuche apreciará ese esfuerzo y la autenticidad.
Será interesante que conozca alguna técnica de relajación, y que la utilice cuando se sienta muy tenso. Por ejemplo respirar profunda y calmadamente, intentando hinchar nuestros pulmones ayudados por el diafragma, y expulsar el aire lentamente por la nariz y la boca. Esto lo puede hacer en cualquier momento.
Evite el tabaco, el alcohol, las gaseosas, y el chocolate antes de comenzar su presentación. Tenga una actitud positiva, eliminando cualquier pensamiento limitante y negativo. Sonría, sonría, sonría, y siga sonriendo.
Al final, solo hay un secreto: el trabajo y la preparación. Trabaje, trabaje, trabaje y siga trabajando; y prepare, prepare, prepare, y siga preparando. Al final, usted estará listo. Salga y hable, y concéntrese en lo que está diciendo, y dígalo con pasión. Todo saldrá bien y recibirá esos aplausos que tanto desea, y que son la señal del éxito.
“La libertad es una de las más agradables virtudes de quien se engendra la buena fama. Le aconsejaría que mirase más a la fama que a la hacienda; porque la buena mujer no alcanza la buena fama solamente con ser buena, sino con parecerlo; que mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades públicas que las maldades secretas. Una onza de buena fama vale más que una libra de perlas.”
Miguel de Cervantes Saavedra
Aunque la cita se corresponde con la buena fama, en realidad el tener presencia es la antesala de ella.
Os acompaño una imagen de la película “crazy, stupid, love”, en la que un hombre que lleva 25 años de matrimonio ve cómo se va desmoronando su vida por haberse dejado, no cuidarse, y haber perdido incluso la autoestima. Su esposa le confiesa que le es infiel y le pide el divorcio porque ya no tiene ilusión. Entonces, cuando ya vive solo, comienza a salir de su casa y frecuenta un bar en el que ve como un apuesto joven liga todos los días con una chica diferente. Este joven se apiada de él, y por pena se ofrece a explicarle todos los secretos para seducir a las mujeres.
En realidad tener presencia tiene mucho que ver con seducir. Los buenos pintores y críticos de arte dan mucha importancia a la “presencia” de un cuadro, y lo entienden como el impacto de llamada de atención. Es aquel cuadro que cuando entras a un museo te avisa desde lejos ritando: “Mira, aquí estoy yo; que soy importantísimo.”
Ese es el efecto que hemos de provocar al tener presencia, destacarnos para que el resto nos mire y nos preste su atención. Los buenos oradores siempre han tenido algo de seductor. En España tuvimos a Adolfo Suarez González, y a Felipe González Márquez, ambos unos estupendos oradores y también con su toque de seductor. En Estados Unidos, por ejemplo, tuvieron a John F. Kennedy, y a Bill Clinton, también excelentes oradores y seductores.
El tener presencia también nos ayudará a superar la primera impresión, ese primer minuto tan importante en el que seremos evaluados, y en función del mismo se nos juzgará o, mejor dicho, se nos prejuzgará.
No se trata de belleza o fealdad, no tiene nada que ver. Se trata de fortaleza interior, de carácter, de la forma en la que andas, y de que transmites seguridad en ti mismo, y un poder interior que atrae a los demás.
Para ello revisaremos el Best Seller de Neis Strauss “El Método”, en el cual se explican las reglas básicas para convertirse en un verdadero maestro de la seducción. Es un libro dirigido al público masculino, pero dice cosas interesantes que nos pueden ser útiles a todos para “tener presencia”. Y para ello deberemos seguir los siguientes pasos:
Evalúate a ti mismo.- Tienes que indicar como te ves tu. Luego has de hacer que otra persona te realice la misma evaluación. Comprueba las diferencias entre ambas. Normalmente tenemos una visión distorsionada de nosotros mismos, por lo que hay que ver que imagen proyectamos en los demás de nosotros mismos para poder empezar a realizar los cambios.
Mira a los ojos.- Cada vez que te tropieces con alguien, o hables con alguien, siempre mírale a los ojos. Con ello estás transmitiendo seguridad, sinceridad y conectas con él. El no mirar a los ojos transmitirá la imagen contraria, la de una persona gris y que no se puede confiar en él.
Habla con confianza.- Debes trasladar tu seguridad en ti mismo a la hora de hablar, y hacerlo con confianza, sin miedo ni vergüenza.
Saber modificar nuestra interacción con los demás para que no se sientan incómodos.- Debemos estar atentos a nuestros actos y palabras, y en cuanto comprobemos que una persona parece encontrarse incómoda con lo que hacemos o decimos, modificar enseguida nuestra actitud o palabras, y procurar hacer que todos estén relajados y cómodos.
Entrena tu voz.- La voz es el instrumento más importante de nuestra comunicación verbal, y mientras la palabra supone el 7%, la voz supone el 38% de la comunicación, y en ella incluimos el tono de voz, los matices, los silencios, y otros sonidos. Debemos practicar y poder utilizar este instrumento como si fuera un instrumento musical, y sacarle las notas que en cada momento queremos que suenen.
Ponte derecho.- Una parte muy importante de nuestra presencia es nuestra imagen, y lo primero es ir rectos, como si tuviéramos la columna vertebral recta y sujeta por un hilo imaginario encima de nuestra cabeza y que tira de ella hacia arriba. Si queremos mejorar nuestra postura, a ello nos ayudará la Técnica Alexander, y mejorándola también mejoraremos nuestra voz. Frederick Matthias Alexander era un actor que nació en Tasmania en 1869, y que desarrolló una técnica natural para mejorar la postura del cuerpo.
Arréglate y procura realizar un cambio.- Quizá cambiarte de peinado, deshacerte de tus gafas, ponerte moreno, hacerte la manicura y la pedicura, quitarte el exceso de pelo, arreglarte las cejas, blanquearte los dientes, refrescar tu aliento, buscar consejo dermatológico, comprarte accesorios, apuntarte a un gimnasio, comer sano, ponerte ropa que te sienta bien, etc. Examínate atentamente en el espejo, y pide consejo a un especialista sobre que cambio te puede ir bien.
Supera tu ansiedad evitando pensamientos limitadores.- Piensa en positivo y evita cualquier pensamiento que te produzca falta de confianza, te introduzca dudas, o te provoque juicios falsos.
Prepara tu entrada.- El juego comienza incluso antes de que abras la boca, incluso antes de que llegues al lugar donde tienes que hablar. Por eso debes preparar tu actuación mucho antes.
La aproximación inicial.- Es el momento crítico donde tu lenguaje corporal y la energía que proyectas tiene mayor significación. El arte de la aproximación es el arte de la espontaneidad, y lo debes hacer sonriendo.
Evita mirar evaluando.- Tu mirada debe ser de simpatía y de aprobación, debe transmitir felicidad y calma, y nunca intentes evaluar a nada ni a nadie porque enseguida se darán cuenta.
Ten preparada una buena frase de entrada.- Debe parecer espontánea, estar motivada por la curiosidad y ser interesante para la mayoría de la gente. Ten preparado también un chiste, porque seguro que en un momento determinado te vendrá bien.
Nunca, jamás empieces pidiendo disculpas.- Quien va pidiendo siempre disculpas traslada una imagen suya muy poco fiable y transmite poca seguridad en si mismo.
Prepara tus propias historias.- Que tengan un inicio impactante, un buen final, añádele intriga, se detallista, añade también humor, quítale lo que sobre, y sobre todo se breve. Que sean tus propias historias, y debes interpretarlas y compartirlas. Procura tener una charla cautivadora.
Sincroniza con tu audiencia.- Al principio decíamos mira a los ojos, pero quiero ir más allá porque la sincronización no debe ser solo visual, sino también auditiva y emocionalmente.
Normalmente, y antes de comenzar a hablar en público, se produce una pequeña espera en la que el anfitrión tiene la oportunidad de hablar con varias personas, este es el momento al que me estoy refiriendo. Pero incluso antes habrá gente que nos estará evaluando por la forma de caminar o acceder al recinto.
También después de esa espera y hasta el momento en que se produce el silencio, inmediatamente antes de que empecemos a hablar, se nos va a estar evaluando, y sin ser conscientes estaremos transmitiendo rasgos de nuestra personalidad. Y no nos olvidemos, durante nuestra charla, deberemos seguir teniendo presencia, y al finalizar. No finalizaremos hasta que no estemos de vuelta en casa.
En todos estos momentos hemos de tener presencia, y no olvides que eres lo que perciben de ti los demás.
“Existe un lenguaje que va mas allá de las palabras.”
Paulo Coelho
Charles Chaplin y muchos actores del cine mudo fueron los pioneros de las artes en la comunicación no verbal. En realidad se veían forzados a ello, pues al no disponer de sonido las películas, era la única forma de comunicación disponible. Los actores eran buenos o malos según la capacidad que tuviesen para poder comunicarse de forma no verbal. Cuando apareció el cine sonoro, casi todos estos actores del cine mudo desaparecieron y surgieron los que tenían buena técnica oral.
Tras más de un millón de años de evolución del hombre, fue en los años sesenta cuando se empieza a estudiar los aspectos no verbales en la comunicación.
Aunque quizá el primer estudio publicado sobre el lenguaje corporal corresponde el publicado en 1872 por Charles Darwin en “La expresión y las emociones en el hombre y en los animales”.
Desde entonces, muchas de las ideas y observaciones que realizó Darwin han sido ratificadas por muchos científicos e investigadores, habiendo registrado casi un millón de claves y señales no verbales.
A partir de Darwin y hasta que en 1970 Julius Fast publicara el libro sobre el lenguaje del cuerpo, donde resumía trabajos realizados por estudiosos del comportamiento, sobre la comunicación no verbal, nadie había tomado conciencia de su existencia.
Ha habido varios estudiosos que han cuantificado la comunicación no verbal, como Albert Mehrabian, quien descubrió que el impacto del mensaje verbal (las palabras) se corresponde con el 7%, el 38% es vocal (el tono de la voz, las pausas, los matices y otros sonidos) y el 55% es no verbal.
El profesor Birdwhistell también realizó cálculos sobre la proporción de la comunicación no verbal, y descubrió que el componente verbal de una conversación cara a cara es menor del 35% y más del 65% es comunicación no verbal.
Casi todos los investigadores coinciden en que el canal verbal lo utilizamos para trasladar información, mientras que el canal no verbal lo usamos para trasladar actitudes personales, y en algún caso como sustituto de los mensajes.
Como ocurre en otras especies, la nuestra está dirigida por leyes biológicas que controlan nuestros actos mediante reacciones, lenguaje corporal y gestos. Lo fascinante del caso es que los humanos rara vez nos damos cuenta de que nuestros movimientos, nuestras posturas, y nuestros gestos cuentan una historia mientras que la voz cuenta otra.
Cuando decimos de una persona que es perceptiva o intuitiva, a lo que nos estamos refiriendo es a la capacidad de esa persona en descifrar las claves no verbales de otra persona, comparándolas con las claves verbales. Por lo general las mujeres son mas perceptivas que los hombres, y por eso hablamos de la “intuición femenina”.
Es posible que esa habilidad de las mujeres sea natural e innata, para percibir y descifrar señales no verbales, y para retener los pequeños detalles, sobre todo en su función de madres ya que los primeros años las madres se comunican con sus hijos de forma no verbal.
En la comunicación no verbal cada gesto es un indicio, una prueba en un determinado sentido, pero no es correcto hacer una interpretación con un solo gesto. Será el conjunto de gestos y datos que observemos los que nos pueden indicar el sentido de esa comunicación. Lo importante de esa observación será el conjunto.
Por lo tanto, hemos de extraer dos conclusiones básicas:
Comunicamos con todo el cuerpo, y no solo con la palabra.
Nuestra comunicación no verbal deber ir en sintonía con el mensaje verbal que transmitamos.
Así que a la hora de realizar una presentación hemos de tener muy en cuenta nuestra comunicación no verbal para reforzar el mensaje que queremos transmitir y alinearlo con nuestro mensaje verbal para que ambos sean coherentes.
“El pensamiento es la primera facultad del hombre, y el arte de expresar los pensamientos es la primera de las artes.” Étienne Bonnot Condillac
Cuando nos situamos delante de otras personas y tenemos que hablar en público, nos sentimos como el que juega en la ruleta. Puede que todo salga bien y provoquemos el respeto y admiración del resto de la gente, o por el contrario, puede que salga mal y nuestra imagen quede deteriorada.
Por este mismo motivo, hay personas que en una conversación prefieren no abrir la boca y no expresar su opinión. Quizá pensando que su opinión es menos relevante que la de los demás, o quizá por el temor a hacer el ridículo.
En realidad, el saber hablar en público debería ser una asignatura que nuestros estudiantes pudiesen aprender en el colegio, y lo practicasen presentándose, dialogando o incluso debatiendo.
Es tan importante, que afecta directamente a nuestra vida cotidiana y a nuestro futuro profesional.
Alguien podrá pensar que no es así, pero os voy a indicar algunos de los casos que se me ocurren y los motivos para ello:
Los docentes y formadores: Una buena exposición de los temas en sus clases, puede mejorar la atención e incluso influir en sus alumnos haciendo que les gusten las materias impartidas. Hará amenas sus clases, y despertará en sus alumnos el deseo de estar en clase y aprender.
Los directivos y empresarios: Es clave saber hablar en público para ellos, porque necesitarán dirigir o participar reuniones, y seguro que participarán en diferentes negociaciones, tendrán que defender sus proyectos, sus metas, sus objetivos, justificar su desempeño. En todos estos casos, es fundamental saber exponer y defender sus ideas, y para ello necesita las habilidades y los conocimientos necesarios para hablar en público con eficacia.
Políticos y sindicalistas: Necesitarán presentar sus ideas, defender sus posturas y convencer para que quien les escuche, actúe. Se tratará de mover voluntades y enfocar hacia la acción. En el primer caso para que los electores les apoyen y les voten, y en el segundo caso, además de esto, para que en el caso de que sea necesario les sigan en las iniciativas que tomen, incluso con movilizaciones.
Cualquier persona: Tanto en su faceta personal como profesional, necesita comunicarse con los demás de una forma eficaz. Simplemente como una forma de dialogo o de trasladar una opinión, o para informar de una determinada cuestión, o para convencer de que esa opinión es la correcta, o para argumentar de la no conformidad con otra opinión. Siempre necesitaremos comunicarnos y para ello será necesario saber hablar en público, aunque ese público sea una sola persona.
Empezaremos con unos consejos básicos iniciales:
El orador debe mostrarse dueño de la situación en todo momento, con autoridad no solo sobre la materia de la que hablará sino también sobre el auditorio. Para ello debe tener presencia y adoptar una posición firme y segura, ya que con esto se obtiene autoridad y se gana el respeto del público. La postura del cuerpo refleja el ánimo del orador, por lo que debe transmitir energía y vigor.
Lo normal es que se nos presente, y el público aplauda. Deberemos esperar a que terminen de aplaudir, y luego aguardar entre 5 ó 10 segundos hasta que se haga el completo silencio, y en ese momento es cuando el público estará preparado para escucharnos.
Nunca comiences nunca pidiendo disculpas. Ni por llegar tarde, ni porque algo no funcione, por nada. El público, que quizá no se haya dado cuenta de ello, puede llegar a pensar que no vienes suficientemente preparado, o que no has tenido la suficiente precaución, etc. Ellos no saben, ni lo que vas a decir, ni como lo vas a presentar, y si comienzas pidiendo disculpas, evaluarán el resto de tu presentación de acuerdo a esa primera impresión que les des.
Aprovecha el impacto de la primera impresión. Solo vas a tener una oportunidad de conseguir esa primera impresión, así que procura que sea muy buena. Si no lo es, el resto de tu intervención y tú mismo, seréis valorados negativamente. Por el contrario, si la primera impresión es buena, se perdonará cualquier error que puedas tener.
Transmite lo mejor de ti. No debes limitarte a trasladar datos, información o conocimiento, la forma en la que lo hagas es muy importante. Deben ver que eres apasionado y que sientes esa pasión por lo que les estás contando, y que lo transmites con todo tu cuerpo y con toda tu alma. Ellos lo notarán y les conmoverá.
No hables solamente. Tu presentación debe ser dinámica, para que no se aburran, por lo que debes contar tus propias experiencias (no las de otros), y si es posible aporta un poco de humor, y también de sentimiento. Tienes que hablar con entusiasmo.
Se humilde. Piensa que los demás saben tanto como tú, y que su conocimiento está actualizado. La arrogancia no se perdona, y la humildad se agradece. Los grandes eruditos siempre han sido personas sencillas y humildes, compórtate igual que ellos. Normalmente, cuanto más se sabe de un tema más descubres que te queda por aprender de él, así que no pienses nunca que lo sabes todo.
Bueno, pues ya tienes esas primeras pinceladas que van a configurar el cuadro de tu exposición.
El secreto siempre va a ser trabajo, trabajo y trabajo. Prepara tu presentación, practícala ante el espejo o ante otra persona y que te de su impresión, y sobre todo no te desanimes porque lo vas a hacer muy bien.
“Cuidado con los pensamientos: se convierten en palabras;
cuidado con las palabras: se convierten en acciones;
cuidado con las acciones: se convierten en hábitos;
cuidado con los hábitos: se convierten en carácter;
cuidado con el carácter: se convierte en tu destino.”
Frank Outlaw
La característica más poderosa, peligrosa y subversiva de los hombres es el lenguaje. Se trata de
renovar la mente de otras personas y te permite implantar un pensamiento de tu mente directamente en la mente de otra persona, y ellos pueden hacerte lo mismo, sin necesidad de realizar una cirugía.
Cuando estamos hablando, estamos utilizando una forma de telemetría no muy diferente del control remoto de la TV. La única diferencia es que el mando de la TV utiliza la luz infrarroja y el lenguaje utiliza sonidos diferenciados para modificar los ajustes dentro del cerebro de otra persona de acuerdo con sus intereses.
El poder subversivo del lenguaje ha sido reconocido durante años y se ha censurado, mediante libros que no se pueden leer, frases que no se pueden usar, y palabras que no se pueden decir.
La historia de la Torre de Babel en La Biblia es una fábula y una advertencia acerca del poder del lenguaje. En ella, los humanos fueron tan vanidosos al pensar que al usar el lenguaje para trabajar conjuntamente podrían construir una torre que los llevaría hasta el cielo. Y Dios, enfadado por ese intento de usurpar su poder, destruyó la torre y para asegurarse de que no se reconstruiría, dispersó a las personas dándoles diferentes idiomas, y les confundió con los idiomas.
Esto nos lleva a la conclusión de que los idiomas existen para evitar que nos comuniquemos.
Este poder del lenguaje únicamente lo tenemos los humanos. Los chimpancés, utilizan herramientas para su alimentación pero no tienen lo que los psicólogos llaman el “aprendizaje social”, esto significa que no tienen la capacidad de aprender de los demás, copiando, imitando, o simplemente mirando. Por lo tanto, no pueden mejorar las ideas de los demás ni aprender de los errores de otros, ni sacar provecho de la sabiduría de otros. Y por eso hacen siempre lo mismo, una y otra vez.
El homo erectus hizo exactamente lo mismo. Evolucionó desde la sabana africana hace dos millones de años y durante un millón de años, 40.000 generaciones, hicieron exactamente las mismas hachas y utensilios para cazar.
Tampoco está claro que los Neandertales tuvieran aprendizaje social, aunque sus herramientas eran más complicadas pero mostraban poco cambio en los casi 300.000 años que vivieron en Eurasia.
Pero nosotros comparando, observando, imitando, podemos aprender de otras personas lo que podemos hacer. Y esto hace que podamos decidir la mejor opción entre muchas opciones. Podemos sacar provecho de la sabiduría de otros, y acumular nuestras ideas y hacer que nuestra tecnología evolucione.
Los antropólogos lo llaman la “adaptación cultural acumulada” y es responsable de todo lo que está a nuestro alrededor. El mundo ha cambiado de una forma no proporcional desde hace 1.000 o 2.000 años.
Este aprendizaje social creó un dilema social y evolutivo, cuya resolución crearía no solo el futuro de nuestra psicología, sino también el del mundo entero. Y lo más importante de esto es que nos diría por qué tenemos un lenguaje.
Este dilema surgió porque el aprendizaje social es un robo visual de las ideas y hace que unos se beneficien de los esfuerzos de otros sin ningún esfuerzo. Por eso mismo algunos ocultan sus ideas, para que no se las roben.
Sin embargo hace 200.000 años, cuando surgió nuestra especie y adquirió el aprendizaje social, supuso el comienzo de nuestra historia, y se enfrentó al dilema de cómo actuar ante ese robo de ideas. La primera opción era restringirlo al ámbito familiar, lo cual hubiese sido de un recorrido muy corto. La segunda opción, la que tomamos, era desarrollar los sistemas de comunicación que nos permitirían compartir ideas y cooperar con otros.
El lenguaje evolucionó para resolver la crisis del robo visual y abrió la esfera de la cooperación. El lenguaje es una tecnología social para mejorar los beneficios de la cooperación; para llegar a acuerdos, cerrar tratos y coordinar nuestras actividades.
Hasta los actos de intercambio más simples en los que nos involucramos son completamente dependientes del lenguaje. Una vez que tenemos el lenguaje, podemos juntar nuestras ideas y cooperar para tener una prosperidad que no podíamos tener antes de adquirirlo. Por eso nuestra especie ha prosperado más que cualquier otro animal.
El lenguaje es la voz de nuestros genes. Al evolucionar el lenguaje, hicimos algo extraño, casi estrafalario, desarrollamos miles de lenguajes diferentes mientras nos esparcíamos por el mundo. Y la mayor densidad de lenguas se encuentra precisamente donde la gente está más
concentrada.
Así que, no solo utilizamos el lenguaje para cooperar, sino para dibujar círculos alrededor de nuestros grupos cooperativos y para establecer identidades, y para proteger nuestro conocimiento, sabiduría, y habilidades de los intrusos.
Bien, esa tendencia natural al aislamiento, a no ser sociales, se estrella de cabeza en el mundo moderno. Nuestro mundo moderno se comunica consigo mismo y con el resto, más de lo ocurrido en cualquier momento del pasado, y esa globalización ahora genera un problema, porque los diferentes lenguajes suponen una barrera a la cooperación.
Donde mejor lo podemos comprobar es en la Unión Europea, cuyos 27 países miembros hablan 23 idiomas oficiales, y que está empleando más de mil millones de euros anuales en su traducción, y emplea mas de 2.500 traductores.
Entonces, si el lenguaje es la solución para la crisis del robo visual, si de verdad es el conducto de nuestra cooperación, la tecnología que nuestra especie obtuvo para promover la libre circulación e intercambio de ideas, ¿en nuestro mundo moderno y globalizado podemos permitirnos tener tantas lenguas diferentes?
Puede ser inevitable que tengamos que enfrentarnos a la idea de que nuestro destino es ser un mundo con un solo idioma.
“En gran medida las lenguas
evolucionan como lo hacen las especies.”
Mark Pagel
Según Darwin todos descendemos de un mismo pasado común y cualquier cosa existente ha pasado por ese mismo pasado común, y todo tiene el mismo grado de evolución.
Mark Pagel, profesor de la Universidad de Reading (UK) y uno de los mayores expertos mundiales en biología evolutiva, ha estudiado la evolución del lenguaje, y concluye que los seres humanos tenemos dos sistemas hereditarios, el genético y el lenguaje.
El lenguaje evoluciona como los genes, habiendo mutaciones en el mismo y cambiando las palabras, de tal forma que si dos grupos humanos se separan a diferente lugar, comprobamos al cabo del tiempo que ambos los lenguajes han evolucionado de forma diferente.
El primer lenguaje humano surgió hace dos millones de años, y a partir de él han evolucionado las 7000 lenguas que pueblan la tierra.
Las lenguas indoeuropeas como el Inglés y el español han evolucionado a partir lengua anterior común, y son lenguas relacionadas que provienen de una lengua común de hace 8 o 9 mil años.
Los pronombres y los números son aquellos componentes de las lenguas que menos han cambiado, sin embargo los objetivos, verbos y nombres son irreconocibles por sus cambios.
Los idiomas deben adaptarse a las circunstancias porque de lo contrario su final es la extinción. Normalmente esto ocurre al estar asociadas a sociedades que no están tecnológicamente muyavanzadas.
Las lenguas dominantes actualmente son el Español, el Inglés y el Chino, y casi la mitad de la población mundial habla alguna de estas lenguas. Actualmente está emergiendo una nueva forma de Inglés, y que algunos lo llaman “globish”, que es el Inglés que hablan personas de distintas sociedades, y que es un Inglés globalizado y simplificado que utiliza palabras sencillas en lugar de sofisticadas.
Las lenguas que no permitan su evolución tenderán a fosilizarse y desaparecer. De la misma forma que hay muchas variantes de Español, existen también muchas variantes de Inglés, y en el futuro existirán mas variantes de Chino. El idioma que gane la partida será aquel pueda atraer a más hablantes por tener la virtud de resolver los problemas diarios de la gente, y tendrá la capacidad de absorber suficientes palabras de otras culturas para convertirse en lengua de uso.
El futuro de las lenguas será un idioma común que utilicen todos los humanos a partir de las lenguas mas usadas y que más se adapten a las necesidades para resolver los problemas de la comunicación.